El Mapa de los Sueños
Había una vez una nieta llamada Luz, una niña muy curiosa y soñadora que vivía en un pequeño pueblo al pie de una imponente montaña.
Desde muy pequeña, Luz había escuchado historias sobre un antiguo castillo encantado que se encontraba en la cima de esa montaña. Luz soñaba con convertirse en princesa y vivir en ese castillo tan misterioso.
Sin embargo, su abuela le contó que nadie podía llegar hasta allí, ya que el camino era peligroso y estaba lleno de obstáculos. Un día, mientras jugaba en el jardín trasero de su casa, Luz encontró un mapa viejo y desgastado escondido entre las flores. Era un mapa del camino hacia el castillo encantado.
Llena de emoción e intriga, decidió embarcarse en una aventura para cumplir su sueño. Con valentía y determinación, Luz comenzó a subir por la empinada montaña siguiendo el mapa como guía.
A medida que avanzaba, se encontraba con diferentes desafíos: ríos caudalosos que debía cruzar saltando sobre piedras resbaladizas, árboles gigantes con ramas entrelazadas por las cuales tenía que trepar como si fueran escaleras y puentes colgantes donde debía mantener el equilibrio.
El viaje no fue fácil para Luz; a veces tropezaba o se cansaba mucho, pero nunca dejó de perseguir su sueño de ser princesa. Cada obstáculo superado le daba más fuerza y confianza para seguir adelante.
Después de días caminando y escalando, Luz finalmente llegó a la cima de la montaña. Y allí, justo como en sus sueños, se encontraba el majestuoso castillo. Sin embargo, algo extraño sucedió cuando intentó entrar: una barrera mágica bloqueaba la entrada. Desanimada pero decidida, Luz decidió buscar una solución.
Recorrió los alrededores del castillo hasta encontrar un anciano sabio que vivía en una pequeña cabaña. El anciano le explicó que solo aquellos con un corazón puro y noble podían ingresar al castillo.
Luz reflexionó sobre sus acciones durante su viaje y se dio cuenta de que había demostrado valentía, perseverancia y bondad hacia los demás. Con renovadas esperanzas, regresó a la entrada del castillo y tocó la puerta con fuerza.
La barrera desapareció instantáneamente y las enormes puertas se abrieron lentamente. Al cruzarlas, Luz descubrió un mundo mágico lleno de colorido y alegría. Allí dentro no había princesas esperándola; en cambio, encontró animales parlantes amigables que necesitaban ayuda para resolver problemas cotidianos.
Luz aprendió a escuchar a los demás e hizo nuevos amigos mientras trabajaban juntos para solucionar cada situación.
Descubrió que ser princesa no solo significaba llevar vestidos elegantes o tener un castillo propio; era sobre usar su ingenio y bondad para ayudar a los demás. Con el tiempo, Luz se convirtió en una verdadera princesa: una princesa del corazón. Ayudaba a quienes lo necesitaban sin pedir nada a cambio y siempre mantenía una sonrisa en su rostro.
El castillo se convirtió en un hogar lleno de amor y amistad. Aunque Luz no pudo vivir en el castillo encantado como había imaginado, encontró algo mucho más valioso: la verdadera magia de ser una princesa desde adentro.
Y así, con su corazón lleno de felicidad, regresó a su pueblo para compartir sus experiencias e inspirar a otros a seguir sus sueños sin importar los obstáculos que encuentren en el camino.
Y así termina esta historia mágica, recordándonos que los verdaderos tesoros se encuentran dentro de nosotros mismos y que nunca debemos dejar de luchar por nuestros sueños.
FIN.