El mapa de los sueños valientes
Había una vez un niño llamado Tomás, que siempre soñaba con viajar a lugares fabulosos y vivir aventuras emocionantes. Un día, mientras exploraba el desván de su casa, encontró un viejo mapa que parecía llevarlo a un lugar mágico.
Sin perder tiempo, Tomás se preparó para su gran aventura. Empacó algunas provisiones y siguió el camino marcado en el mapa. Después de caminar durante horas, llegó a un bosque encantado lleno de árboles gigantes y animales parlanchines.
Mientras caminaba por el bosque, escuchó una voz susurrante que lo invitaba a seguir adelante. Siguiendo la voz, Tomás llegó a un claro donde encontró una puerta dorada brillante.
Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y quedó asombrado al ver lo que había del otro lado. Era un lugar fabuloso lleno de colores vibrantes y criaturas fantásticas. Había hadas juguetonas volando por todas partes, unicornios corriendo libremente y árboles que parecían tener vida propia.
Tomás se acercó a uno de los árboles y le preguntó: "¿Cómo puedo quedarme aquí para siempre?". El árbol sonrió amablemente y respondió: "Para quedarte en este lugar fabuloso debes demostrar tu valentía resolviendo tres pruebas".
Emocionado por el desafío, Tomás aceptó sin dudarlo. La primera prueba consistía en encontrar una llave escondida en lo más profundo del océano mágico cercano. Sin pensarlo dos veces, Tomás se zambulló en el agua y nadó hasta llegar al fondo.
Después de buscar durante horas, encontró la llave brillante y regresó triunfante. El árbol sonrió nuevamente y le dio la segunda prueba: encontrar una estrella fugaz en el cielo nocturno.
Tomás miró hacia arriba y vio un cielo lleno de estrellas brillantes. Con paciencia y determinación, siguió el rastro de una estrella fugaz hasta que finalmente logró atraparla en sus manos. El árbol aplaudió emocionado mientras le daba la última prueba.
La tercera prueba consistía en ayudar a un pequeño duende a encontrar su camino de regreso a casa. Tomás buscó alrededor del bosque hasta que encontró al duende perdido llorando bajo un hongo gigante. Tomás se acercó amablemente y le preguntó qué le pasaba.
El duende explicó que estaba confundido y no sabía cómo volver a su hogar. Con su conocimiento del bosque encantado, Tomás guió al duende por los senderos ocultos y lo llevó sano y salvo a su familia.
El árbol sonrió con orgullo mientras felicitaba a Tomás por superar todas las pruebas con éxito. Le entregaron una medalla dorada como símbolo de valentía y coraje.
Tomás estaba tan feliz de haber demostrado ser digno de quedarse en ese lugar fabuloso que decidió compartir sus aventuras con todos sus amigos cuando regresara a casa. Prometió llevarlos consigo para vivir juntos nuevas experiencias y descubrir más lugares mágicos.
Y así, Tomás regresó a casa con su medalla dorada y una sonrisa en el rostro. Siempre recordaría su viaje al lugar fabuloso como una experiencia que lo había llenado de valentía, amistad y una gran dosis de imaginación.
Desde aquel día, Tomás siguió soñando con nuevas aventuras y nunca dejó de creer en la magia que existía dentro de cada uno de nosotros. Y así es como un niño común se convirtió en un héroe fabuloso gracias a su valentía y su deseo inquebrantable de explorar nuevos horizontes.
FIN.