El Mapa de los Tres Ríos



En un hermoso valle donde se encontraban tres comunidades, los zapotecas, los nahua y los kikapú, cada uno vivía en armonía, respetando sus tradiciones y aprendiendo los unos de los otros. Un día, el anciano Juanito, de la comunidad zapoteca, decidió organizar una fiesta para celebrar la amistad entre los pueblos. "¡Vamos a hacer algo grande! ¡Quiero que todas nuestras tradiciones brillen en esta fiesta!"- dijo entusiasmado.

Sin embargo, había un problema: el río que atravesaba la región había comenzado a secarse. La escasez de agua preocupaba a todos, ya que sin ella no podrían preparar sus deliciosas comidas tradicionales.

"No podemos hacer la fiesta si no hay agua para cocinar"- lamentó Ana, una joven nahua.

"Los kikapú tienen un pozo en su tierra. Quizás podamos pedirles agua"- sugirió Pedro, un niño zapoteca.

De inmediato, se organizaron tres representantes de cada comunidad: Juanito, Ana y Sara, una niña kikapú. Caminaron juntos hacia la aldea kikapú, pero al llegar, se encontraron con que su pozo también estaba casi seco.

"Lo siento, amigos, pero no podemos darle agua. Necesitamos lo poco que tenemos para sobrevivir"- dijo Tío Nuno, el anciano kikapú que cuidaba del pozo. Todos se miraron preocupados.

"¿Y si construimos un canal?"- sugirió Pedro.

"¿Un canal? Pero eso es mucho trabajo y tiempo"- dijo Ana dudando.

"Si todos ayudamos, podemos hacerlo en un día"- respondió Juanito impetuoso. La idea comenzó a gustarles, y juntos elaboraron un plan.

A la mañana siguiente, todos los habitantes de las tres comunidades se unieron en un gran esfuerzo. Zapotecas, nahua y kikapú trabajaban codo a codo, cavando y transportando piedras.

"¡Vamos, sólo un poco más!"- animaba Sara mientras defendía a los kikapú.

Al caer la tarde, después de muchas risas y algunos tropiezos, lograron canalizar el agua del río hacia el pozo kikapú. Todos estaban agotados, pero felices. Cuando el agua comenzó a fluir, cada uno de ellos se tomó un momento para celebrar.

"¡Mirad cuánto agua hay! ¡Lo hicimos juntos!"- gritó Pedro, con su rostro plagado de barro y una gran sonrisa.

Al día siguiente, la fiesta se celebró con más alegría que nunca. Las tradiciones de cada pueblo se entrelazaron; los zapotecas bailaban, los nahua cocinaban y los kikapú contaban historias.

"No sabía que juntos podíamos lograr tanto"- reflexionó Ana mientras saboreaba platillos preparados con cariño de cada comunidad.

La fiesta fue un éxito, pero lo más importante fue que comprendieron que trabajando juntos se pueden superar los problemas. Al finalizar, Juanito levantó su voz "Este es el mejor regalo que podríamos haber hecho, nuestra unión y amistad. Recordemos siempre este día y el mapa de los tres ríos que nos une"- y todos brindaron con sus bebidas tradicionales, celebrando sus raíces y el espíritu de colaboración.

Desde entonces, cada vez que el río se ponía escaso, las tres comunidades se unían para ayudar a los demás, recordando siempre que juntos eran más fuertes que cualquier obstáculo que enfrentaran.

FIN.

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