El mapa del corazón de Martita



los animales de la selva para jugar y divertirse. Martita era una serpiente muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba por la selva, Martita encontró un árbol gigante que parecía tener algo especial.

Se acercó sigilosamente y vio que en uno de sus huecos había un mapa misterioso. - ¡Vaya! ¿Qué será esto? - exclamó Martita emocionada. Decidió seguir el mapa para descubrir qué secreto escondía aquel lugar desconocido.

Siguiendo las indicaciones del papel, llegó a una cascada escondida detrás de unas rocas. Allí se encontraba una tortuga anciana llamada Donatello. - Hola, pequeña serpiente. Veo que has encontrado mi mapa secreto - dijo Donatello con voz sabia.

- Sí, señor Tortuga. Me preguntaba qué tesoro podríamos encontrar - respondió Martita entusiasmada. Donatello le explicó que el tesoro no era material, sino conocimiento y sabiduría.

Le dijo que si quería alcanzarlo debía superar tres pruebas: la prueba del valor, la prueba de la amistad y la prueba del respeto hacia los demás animales de la selva. Martita aceptó el desafío sin dudarlo y comenzaron con la primera prueba: el valor.

Se dirigieron al corazón de la selva donde habitaban los temibles leopardos negros. Martita debía demostrar su valentía enfrentándolos cara a cara. La pequeña serpiente se adentró entre los arbustos hasta llegar a un claro donde estaban los leopardos.

Con valentía, se acercó a ellos y les habló con respeto. - Hola, señores leopardos. Me llamo Martita y estoy aquí para superar la prueba del valor. ¿Me permitirían pasar? Los leopardos quedaron sorprendidos por la valentía de Martita y decidieron darle una oportunidad.

La serpiente pasó la prueba del valor al enfrentarse a su miedo y ganarse el respeto de los leopardos. La siguiente prueba era la amistad.

Donatello llevó a Martita hasta un claro donde había muchos monitos jugando en los árboles. - Aquí debes demostrar tu capacidad para hacer amigos y cuidarlos - explicó Donatello. Martita se acercó a los monitos con una sonrisa en su rostro y comenzó a jugar con ellos.

Juntos saltaron entre las ramas, compartieron frutas e hicieron travesuras divertidas. Después de un rato, uno de los monitos llamado Lucas se cayó de un árbol y se lastimó una pata. - ¡Ayuda! No puedo caminar - gritaba Lucas con lágrimas en sus ojos.

Martita rápidamente se acercó al pequeño mono herido y lo consoló. - Tranquilo, Lucas. Te llevaré en mi espalda hasta que te recuperes - dijo Martita amablemente.

Martita demostró su amistad al cuidar del mono herido y ayudarlo durante su recuperación. Los monitos estaban impresionados por la generosidad de Martita y le dieron su bendición para seguir adelante con las pruebas restantes. La última prueba era el respeto hacia los demás animales de la selva.

Donatello llevó a Martita hasta un claro donde se encontraban todos los animales de la selva reunidos. - Aquí debes demostrar que eres capaz de respetar y valorar a cada uno de nosotros, sin importar nuestras diferencias - explicó Donatello.

Martita se acercó a cada animal y les mostró su respeto. Habló con las aves, escuchó las historias de las jirafas, jugó con los elefantes y ayudó a los conejos en sus madrigueras.

Al finalizar la prueba del respeto, todos los animales aplaudieron emocionados por el comportamiento amable y respetuoso de Martita. Había superado todas las pruebas con éxito. Donatello felicitó a Martita por su valentía, amistad y respeto.

Le dio un abrazo cariñoso y le dijo:- Querida Martita, has demostrado ser una serpiente especial llena de sabiduría. El verdadero tesoro está en tu corazón noble y generoso. Martita sonrió felizmente al comprender que el verdadero valor no está en lo material sino en cómo tratamos a los demás.

Desde aquel día, se convirtió en una guía para todos los animales de la selva, enseñándoles el valor del coraje, la amistad y el respeto mutuo.

Y así fue como Martita descubrió que uno puede encontrar tesoros invaluables simplemente siendo una buena persona. La pequeña serpiente vivió felizmente junto a sus amigos en aquella hermosa cueva llena de flores, recordando siempre las lecciones aprendidas en su gran aventura.

FIN.

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