El mapa mágico de Japón



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Japilandia, tres amigos muy curiosos y aventureros: Tomás, Sofía y Lucas.

Un día, mientras jugaban en el parque, encontraron un mapa misterioso que mostraba tres lugares asombrosos en Japón: el Castillo de Himeji, el Santuario Itsukushima y el Santuario Nikko Tôshô-gu. Tomás, Sofía y Lucas se emocionaron mucho al ver las imágenes de esos hermosos lugares. Decidieron que tenían que ir a descubrirlos por sí mismos.

Así que prepararon sus mochilas llenas de golosinas y agua para la aventura. El primer lugar al que llegaron fue el Castillo de Himeji. Era tan grande e impresionante como un castillo de cuentos.

Los niños se maravillaron con sus torres altas y sus paredes blancas brillantes bajo el sol. "¡Guau! ¡Este castillo parece sacado de un cuento!", dijo Sofía admirada. Pero justo cuando estaban por entrar al castillo, escucharon ruidos extraños provenientes del interior.

Se acercaron sigilosamente para investigar qué era lo que pasaba. Al llegar a las puertas del castillo, vieron a unos ninjas corriendo de un lado a otro con expresiones preocupadas en sus rostros. "¿Qué está pasando aquí?", preguntó Lucas intrigado.

Uno de los ninjas se acercó a ellos y les explicó que estaban practicando una obra teatral sobre la historia del castillo para todos los visitantes. Pero uno de los actores principales estaba enfermo ese día y no podía actuar.

Tomás, Sofía y Lucas se miraron entre sí y sonrieron. ¡Tenían una idea!"Nosotros podemos ayudarlos a actuar la obra", propuso Tomás entusiasmado.

Los ninjas aceptaron la ayuda de los tres amigos y les dieron unos trajes especiales para que se convirtieran en actores. Juntos, ensayaron las líneas de la obra y practicaron sus movimientos. Llegó el momento del espectáculo y los niños subieron al escenario con valentía.

Actuaron tan bien que todos los visitantes aplaudieron emocionados al finalizar la obra. Los ninjas estaban muy agradecidos por la ayuda de Tomás, Sofía y Lucas. Les dieron un obsequio especial: una fotografía grupal frente al majestuoso Castillo de Himeji como recuerdo de su aventura juntos.

Con el corazón lleno de alegría, continuaron su viaje hacia el próximo lugar: el Santuario Itsukushima en Miyajima Island. Este santuario era único porque estaba construido sobre pilares en medio del agua.

Al llegar a la isla, los niños vieron un hermoso torii flotante en el mar que llevaba al santuario. Pero algo extraño ocurría allí: ¡el torii había desaparecido!"¡Oh no! ¿Dónde está el torii?", exclamó Sofía preocupada.

Decidieron buscar pistas por toda la isla para descubrir qué había pasado con ese importante símbolo del Santuario Itsukushima. Después de investigar durante horas, encontraron una nota misteriosa debajo de una piedra:"Si quieren encontrar el torii perdido, deben resolver un acertijo. Busquen una piedra especial con forma de corazón".

Los amigos buscaron por todas partes hasta que Lucas encontró una piedra en forma de corazón escondida entre las flores. "¡Lo encontré! ¡Es esta!", gritó Lucas emocionado.

Siguiendo las instrucciones del acertijo, colocaron la piedra en un lugar específico y, de repente, el torii apareció nuevamente frente a sus ojos. El Santuario Itsukushima volvió a ser un lugar mágico gracias al ingenio y trabajo en equipo de Tomás, Sofía y Lucas.

Los tres se tomaron muchas fotos divertidas junto al torii para recordar su increíble aventura. Después de despedirse del Santuario Itsukushima, los amigos emprendieron su último viaje hacia el Santuario Nikko Tôshô-gu en la ciudad montañosa de Nikko.

Al llegar allí, quedaron asombrados por los colores brillantes y los detallados diseños tallados en madera del santuario. Era como si estuvieran dentro de un cuento japonés antiguo. Mientras exploraban el santuario, escucharon risas provenientes del jardín trasero.

Se acercaron curiosos y vieron a unos monjes jugando al escondite entre los árboles sagrados. "¡Podemos jugar con ellos!", exclamó Tomás emocionado. Los niños se sumaron al juego y corrieron por todo el jardín mientras descubrían rincones secretos del santuario.

Fue una tarde llena de risas y diversión que nunca olvidarían. Cuando llegó la hora de partir, los monjes les agradecieron por haberles alegrado el día con su compañía. Les dieron un regalo especial: pequeños amuletos de buena suerte para protegerlos en sus futuras aventuras.

Tomás, Sofía y Lucas regresaron a Japilandia llenos de historias emocionantes para contar a sus amigos y familiares. Aprendieron que la curiosidad y la valentía pueden llevarnos a descubrir lugares asombrosos y vivir experiencias inolvidables.

Y así, los tres amigos siguieron soñando con nuevas aventuras mientras esperaban ansiosos el próximo mapa misterioso que los llevaría a otro lugar lejano y fascinante del mundo.

FIN.

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