El mapa mágico de Tomás


Había una vez un niño llamado Tomás, quien siempre soñaba con ir a un lugar mágico y divertido llamado Vacilandia.

Todos los días, mientras jugaba en el parque con sus amigos, les contaba sobre las increíbles aventuras que tendría en ese maravilloso lugar. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Tomás encontró un mapa muy antiguo y polvoriento. Al desplegarlo, descubrió que era el mapa de Vacilandia.

Sus ojos se iluminaron de emoción y decidió que era hora de hacer realidad su sueño. Tomás preparó su mochila con todo lo necesario para la travesía: agua, comida y mucha energía.

Decidió partir al amanecer del día siguiente sin contarle a nadie sobre su plan secreto. Al llegar a la entrada del bosque, comenzó a seguir las indicaciones del mapa. Después de caminar durante horas y horas bajo el sol abrasador, llegó a una puerta gigante hecha completamente de caramelos multicolores.

Tomás no podía creer lo que veían sus ojos. Sin pensarlo dos veces, empujó la puerta y entró en Vacilandia.

A medida que avanzaba por aquel mundo mágico lleno de dulces y colores brillantes, se encontró con personajes fantásticos como hadas parlanchinas y duendes bromistas. "¡Hola!"- saludaban todos los habitantes de Vacilandia mientras le ofrecían golosinas infinitas.

"¿Quieres probar nuestros helados mágicos?"Tomás estaba maravillado pero también sabía que tenía una misión importante: encontrar la Fuente de los Deseos. Según el mapa, esta fuente tenía el poder de hacer realidad cualquier deseo que se le pidiera. Decidido a encontrarla, Tomás siguió caminando por Vacilandia.

En su camino, se encontró con un grupo de galletas cantarinas que le explicaron cómo llegar a la montaña donde estaba escondida la Fuente de los Deseos. Sin embargo, cuando llegó a la montaña, se dio cuenta de que había un enorme dragón custodiándola y no dejaba pasar a nadie.

Tomás sabía que si quería cumplir su deseo, tendría que enfrentarse al temible dragón. Con valentía y astucia, Tomás ideó un plan para distraer al dragón mientras él se acercaba sigilosamente hacia la fuente.

Usando una cuerda mágica que encontró en su mochila, logró atar las patas del dragón y así pudo alcanzar su objetivo sin ser detectado.

Cuando finalmente llegó frente a la Fuente de los Deseos, cerró los ojos y formuló su pedido más anhelado: "Deseo volver sano y salvo junto a mi familia y amigos". De repente, una luz brillante envolvió todo el lugar y cuando Tomás abrió los ojos nuevamente, se encontraba justo en el parque donde solía jugar con sus amigos.

Corrió emocionado hacia ellos para contarles todas las increíbles aventuras que vivió en Vacilandia. Sus amigos lo escuchaban fascinados mientras compartían risas y golosinas juntos.

Tomás aprendió una gran lección durante su viaje: valorar lo que tiene cerca de él y disfrutar de la compañía de sus seres queridos. A partir de ese día, nunca dejó de soñar, pero también aprendió a apreciar las maravillas que le brindaba su propia realidad.

Y así, Tomás y sus amigos vivieron muchas más aventuras juntos, sabiendo que siempre habría un lugar especial en su corazón para Vacilandia, donde los sueños se hacen realidad.

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