El Mapache y los Cocos de la Playa



Érase una vez en un bosque encantado, vivía un mapache llamado Ramón. Ramón tenía un gran deseo en su corazón: ¡quería comer cocos! Había probado un coco una vez cuando era pequeño y desde entonces no podía sacarlo de su mente. Decidió emprender un viaje a la playa para encontrar esos deliciosos cocos que tanto ansiaba. Con su mochila sobre los hombros y un brillo de emoción en los ojos, se puso en marcha hacia el mar.

El viaje fue largo y lleno de aventuras. Ramón se encontró con otros animales del bosque, como el sabio búho Ulises que le dio consejos para el camino, la ardilla traviesa Martina que le enseñó a trepar árboles, y el conejo saltarín Lautaro que lo guió a través de praderas y campos. Finalmente, después de varios días de viaje, Ramón divisó el resplandeciente mar azul.

Al llegar a la playa, Ramón se sintió abrumado por la inmensidad del océano, pero su determinación lo impulsó a continuar. Buscó y buscó entre las palmeras hasta que finalmente encontró un cocotero. ¡Estaba tan emocionado que saltaba de alegría! Sin embargo, descubrió que los cocos estaban muy altos y no podía alcanzarlos. Desanimado, se sentó en la arena a descansar.

De repente, escuchó una voz melodiosa. Era Marina, una simpática tortuga marina que vivía en la playa. "¿Qué te sucede, amigo mapache?" preguntó Marina con dulzura. Ramón le contó sobre su amor por los cocos y cómo no podía alcanzarlos. Marina sonrió y le dijo: "No te preocupes, tengo una idea. Ven conmigo".

Marina llevó a Ramón a una parte especial de la playa, donde las olas habían arrastrado algunos cocos. Le enseñó a romperlos con una piedra y juntos disfrutaron de su delicioso contenido. Ramón estaba extasiado, nunca había probado algo tan delicioso. Agradeció a Marina por su ayuda y se despidieron con alegría.

Mientras regresaba al bosque, Ramón reflexionó sobre su aventura. Aprendió que a veces, cuando las cosas parecen difíciles, siempre hay una solución si estás dispuesto a pedir ayuda y buscar alternativas. Llegó a casa con el corazón lleno de gratitud y con la promesa de ayudar a otros animales que también tuvieran sueños por cumplir.

FIN.

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