El mar de curiosidades



cual siempre tenía las respuestas a todas sus preguntas. - Alice, ¿por qué el agua del mar no se ve? - preguntó Victor curioso. - ¡Ah, Victor! Esa es una pregunta muy interesante.

El agua del mar parece que no se ve porque está compuesta por millones y millones de pequeñas partículas llamadas moléculas.

Estas moléculas son tan pequeñas que la luz pasa a través de ellas sin ser reflejada, lo que hace que el agua parezca transparente - explicó Alice con una sonrisa. - ¡Vaya, eso es increíble! - exclamó Victor asombrado. Pero su curiosidad aún no estaba satisfecha. Quería saber más sobre el mar y sus misterios.

- Alice, ¿por qué el mar tiene olas? - preguntó Victor con entusiasmo. Alice pensó por un momento antes de responder:- Las olas en el mar son causadas por el viento.

Cuando el viento sopla fuerte sobre la superficie del agua, empuja las moléculas hacia adelante creando crestas en forma de ondas. Es como si el viento estuviera jugando con el agua, haciéndola bailar al ritmo de su música invisible.

Victor imaginaba cómo sería ver al viento soplando sobre las olas y haciendo que bailaran en perfecta armonía. - Pero...

¿por qué algunas veces hay olas grandes y otras veces hay olitas pequeñas? Alice rió y le respondió:- Ah, eso depende de cuán fuerte sople el viento y cuánto tiempo sople en la misma dirección. Si tienes un viento fuerte durante mucho tiempo, las olas serán grandes y poderosas. Pero si el viento es suave o cambia de dirección constantemente, las olas serán más pequeñas.

Victor asintió con la cabeza mientras procesaba toda esa información. Aprendía cosas nuevas cada día y eso le encantaba. - Alice, ¿por qué el agua del mar es salada? - preguntó Victor con curiosidad en sus ojos heterocromáticos.

Alice sonrió y respondió:- El agua del mar es salada porque contiene minerales disueltos en ella. Cuando llueve, el agua arrastra minerales de la tierra y los lleva al mar.

Con el tiempo, estos minerales se acumulan en el agua y le dan ese sabor salado que tanto conocemos. Victor imaginó cómo sería probar un poco de agua de mar y frunció la nariz pensando en lo salada que sería. Con cada respuesta que recibía de su hermana mayor, Victor se enamoraba aún más del mar.

Cada vez que iba a la playa, miraba el horizonte infinito y sabía que allí había un mundo lleno de misterios por descubrir. Y así, Victor siguió haciendo preguntas a Alice sobre el mar durante mucho tiempo.

Cada respuesta era como una nueva aventura para él. Y aunque nunca encontrara respuestas definitivas a todas sus preguntas, disfrutaba del proceso de aprender y explorar junto a su amada hermana. El amor por el mar nunca abandonaría a Victor.

Siempre estaría allí para recordarle lo vasto e increíblemente bello que puede ser nuestro mundo cuando nos atrevemos a hacer preguntas y buscar respuestas.

FIN.

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