El mar mágico
Había una vez en un pequeño pueblo costero, un grupo de amigos que siempre buscaban maneras de ayudar a los demás. Entre ellos se encontraba Araña, una araña muy especial que tenía la habilidad de tejer telarañas mágicas.
Un día, mientras caminaban por la playa, notaron que el mar estaba lleno de basura y los animales marinos sufrían por ello.
Los amigos decidieron hacer algo al respecto y comenzaron a reagarrar toda la basura que encontraban en la playa. "¡Esto es terrible! ¿Cómo podemos ayudar a salvar el mar?" preguntó Beto, uno de los amigos.
"Podemos crear letreros para poner en la playa y así concientizar a las personas sobre el cuidado del medio ambiente" dijo Ana con entusiasmo. Mientras tanto, Araña pensó en cómo podía ayudar. Entonces recordó que había escuchado sobre un lugar llamado "Cielo Mar Pequeño", donde habitaban animales mágicos que podrían ayudarlos a limpiar el mar. "Chicos, tengo una idea.
Escuché hablar sobre Cielo Mar Pequeño, allí habitan criaturas mágicas que pueden ayudarnos" dijo Araña emocionada. Los amigos no podían creer lo que escuchaban pero confiaron en ella y juntos emprendieron camino hacia Cielo Mar Pequeño.
El viaje fue largo y agotador pero finalmente llegaron al lugar indicado. Allí conocieron al Gran Pulpo Sabio quien les explicó cómo funcionaba todo: cada criatura mágica tenía su tarea específica para mantener el equilibrio del ecosistema en Cielo Mar Pequeño.
Pero debido a la contaminación, las criaturas estaban débiles y no podían cumplir con su trabajo. "Por favor, Gran Pulpo Sabio, ayúdanos a salvar el mar de nuestro pueblo" suplicó Ana.
El Gran Pulpo Sabio les dijo que para salvar el mar debían recolectar las semillas mágicas de cada una de las criaturas y llevarlas a la playa para plantarlas allí. Los amigos aceptaron el desafío y comenzaron su tarea.
Araña tejió una red especial para recolectar las semillas mientras los demás amigos ayudaban en todo lo que podían. Fue un trabajo arduo pero finalmente lograron recolectar todas las semillas necesarias. "Ahora es momento de plantar estas semillas en la playa" dijo Beto emocionado.
Así lo hicieron y poco a poco fueron viendo cómo surgían pequeñas criaturas mágicas que se encargaban de limpiar el mar.
Los animales marinos regresaron felices a sus hogares y los habitantes del pueblo aprendieron sobre la importancia del cuidado del medio ambiente gracias al ejemplo de estos amigos valientes. Desde entonces, todos los años se celebra una fiesta en honor a Araña y sus amigos por haber salvado el mar del pueblo.
Y desde ese día, nunca más volvieron a dejar basura en la playa porque sabían que debían cuidarla para mantener feliz a Cielo Mar Pequeño y todas sus criaturas mágicas.
FIN.