El mar y las gaviotas
Había una vez, en un hermoso rincón de la costa, un mar azul y brillante que siempre se alegraba con la visita de las gaviotas volando sobre las olas.
Las gaviotas eran las amigas más fieles del mar, y cada mañana salían en busca de aventuras, planeando con gracia y alegría sobre el agua. Un día, el mar decidió que quería conocer a las gaviotas de cerca, así que les pidió que bajaran y jugaran con él.
"¡Hola, queridas amigas gaviotas! ¡Qué alegría es verlas volar tan alto y tan libremente sobre mis olas!" -exclamó el mar con entusiasmo. Las gaviotas se miraron entre ellas y, un poco sorprendidas, se acercaron al mar.
"¡Hola, mar! ¿Qué te trae por aquí?" -preguntó curiosa la gaviota más valiente. El mar les explicó que siempre se sentía feliz con su presencia, y que quería devolverles el favor con un regalo especial.
Prometió a las gaviotas un tesoro escondido en una pequeña isla, y les dijo que si lo encontraban, podrían pedir un deseo. Emocionadas, las gaviotas aceptaron el desafío y emprendieron vuelo hacia la isla. El mar, por su parte, hizo que el viento soplara suavemente para ayudarlas en su travesía.
Las gaviotas llegaron a la isla y buscaron por todas partes, entre rocas y árboles, hasta que finalmente encontraron el tesoro: una hermosa concha de colores brillantes. Con el tesoro en sus garras, regresaron al mar y pidieron su deseo.
"Mar, queremos que todos los seres vivos cuiden y protejan el océano, para que siempre esté tan azul y brillante como eres tú", expresaron las gaviotas con determinación.
El mar, conmovido por la nobleza del deseo de las gaviotas, prometió ayudarlas a cumplirlo. Desde ese día, las gaviotas y el mar trabajaron juntos para concienciar a los seres humanos sobre la importancia de cuidar el océano y a todos los seres vivos que en él habitan.
Y así, el mar siempre se alegraba con la visita de las gaviotas volando sobre las olas, sabiendo que juntos estaban haciendo del mundo un lugar mejor.
FIN.