El maravilloso jardín de la igualdad



En un pequeño pueblo llamado Alegría, vivían tres amiguitos llamados Ana, Lucas y Sofía. Un día, decidieron crear un hermoso jardín para que todos en su comunidad pudieran disfrutar de la naturaleza. ¡Pero no sería un jardín común y corriente! Este jardín sería especial, ¡sería El maravilloso jardín de la igualdad!

Ana, Lucas y Sofía se pusieron manos a la obra. Querían que su jardín fuera un lugar donde todos fueran tratados por igual, sin importar su género, edad o habilidades. Entonces, plantaron flores de todos los colores y tamaños, porque sabían que la diversidad es lo que hace a un jardín realmente hermoso. También pusieron bancos a diferentes alturas para que todos, altos o bajitos, pudieran descansar y disfrutar del jardín.

Pero no todo fue sencillo, ya que cuando estaban por terminar de plantar, apareció un señor llamado Don Tristeza, que se burló de ellos por querer crear algo tan diferente. -¿Igualdad dices? Eso es imposible, siempre habrá diferencias y desigualdades, dijo con desdén. Los tres amiguitos, sin amilanarse, le explicaron que aunque cada persona es única y diferente, todos merecen ser tratados con respeto y justicia. Don Tristeza hizo una mueca y se fue, pero los amiguitos no se desanimaron. Continuaron con su trabajo, convencidos de que podían hacer la diferencia en su comunidad.

Finalmente, tras mucho esfuerzo, El maravilloso jardín de la igualdad quedó listo. ¡Y fue un éxito! Todos en Alegría quedaron maravillados con la belleza del jardín y la idea de la igualdad que representaba. Niños, niñas, jóvenes, adultos, personas altas, bajas, con diferentes habilidades, todos eran bienvenidos y se sentían felices de poder disfrutar del jardín por igual.

La fama del jardín llegó a los oídos de Don Tristeza, quien, curioso, decidió visitarlo. Al ver la alegría y armonía que reinaba en el jardín, algo en su corazón cambió. Se acercó a los tres amiguitos y les pidió perdón por haber dudado de su idea. -Nunca es tarde para aprender, les dijo con una sonrisa. Desde ese día, Don Tristeza se convirtió en un amigo más del jardín, ayudando en su cuidado y difundiendo el mensaje de igualdad por toda la comunidad.

El maravilloso jardín de la igualdad se convirtió en el lugar favorito de todos en Alegría, y los tres amiguitos aprendieron que juntos podían lograr grandes cambios en su comunidad. Con esfuerzo, amor y respeto, habían demostrado que la igualdad es el camino hacia la verdadera felicidad.

FIN.

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