El maravilloso mundo de Juana


Juana era una niña muy activa y curiosa. Le encantaba explorar el mundo que la rodeaba y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Una de sus actividades favoritas era jugar en la nieve.

Cada invierno, esperaba con ansias el primer día de nevada para salir corriendo a construir muñecos de nieve y deslizarse por las colinas. Pero llegó un momento en su vida en el que tuvo que enfrentarse a un nuevo desafío: empezar el colegio.

Juana se sentía emocionada pero también un poco nerviosa por conocer nuevos compañeros y adaptarse a un entorno diferente. El primer día de clases, Juana caminó hacia el colegio con su mochila llena de expectativas.

Al entrar al aula, vio a muchos niños desconocidos sentados en sus pupitres. La maestra les dio la bienvenida y les pidió que se presentaran uno por uno.

Cuando llegó el turno de Juana, ella dijo con timidez: "¡Hola! Soy Juana, me gusta mucho jugar en la nieve". Los otros niños sonrieron amablemente pero parecían más interesados en otras cosas. A lo largo del día, Juana intentó acercarse a algunos compañeros para hacer amigos, pero no parecían tan entusiasmados como ella.

Al finalizar las clases ese día, Juana se sintió desanimada. Pensaba que nadie compartía su amor por la diversión al aire libre y comenzó a preguntarse si iba a encontrar amigos verdaderos en ese nuevo colegio.

Pero al día siguiente ocurrió algo sorprendente. Durante el recreo, mientras Juana jugaba sola en el patio, uno de los niños se acercó a ella. Era Tomás, un niño con lentes y una sonrisa amigable.

- ¡Hola! ¿Puedo jugar contigo? - preguntó Tomás. Juana asintió emocionada y juntos empezaron a construir un castillo de nieve. A medida que pasaban los días, otros niños también se unieron a ellos: Sofía, Martín, Valentina...

poco a poco Juana fue encontrando amigos con intereses similares. Un día, durante una clase de educación física, la maestra propuso hacer una competencia de juegos al aire libre. Cada equipo debía elegir su capitán y Juana fue seleccionada por sus compañeros para liderarlos.

Juana estaba nerviosa pero decidida a dar lo mejor de sí misma. Organizó estrategias para cada juego y animó a su equipo con entusiasmo. Al final del día, el equipo de Juana ganó la competencia y todos celebraron juntos.

A partir de ese momento, Juana se dio cuenta de que no solo había encontrado amigos en el colegio, sino también su verdadera pasión: liderar equipos y motivar a las personas para alcanzar metas comunes.

El tiempo pasó rápidamente y Juana llegó al último día del año escolar. Se sentía feliz por todo lo que había logrado junto a sus amigos. Habían compartido risas, aventuras e incluso algunas travesuras divertidas.

Al despedirse de sus compañeros, Juana supo que esa experiencia en el colegio había sido mucho más valiosa de lo que imaginaba. Aprendió sobre la importancia de ser perseverante y nunca rendirse ante los desafíos.

También aprendió que cada persona es única y especial, con sus propios intereses y talentos. Juana nunca dejó de amar la nieve y las actividades al aire libre, pero ahora también tenía un grupo de amigos que compartían su pasión. Juntos, continuaron explorando el mundo y creando recuerdos inolvidables.

Y así, Juana comprendió que no importa cuán diferentes seamos, siempre hay una manera de encontrar conexiones especiales con las personas que nos rodean. Y eso es lo que hace la vida tan maravillosa: la diversidad y la amistad.

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