El maravilloso mundo de los teselados
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Teselada, donde todos los habitantes eran amantes del arte y la creatividad.
En la telesecundaria de este lugar, el profesor de matemáticas, Don Marcos, decidió enseñar a sus alumnos sobre los teselados, un tipo especial de patrón geométrico que se repite infinitamente sin dejar espacios vacíos. Los alumnos estaban emocionados por aprender algo nuevo y aplicarlo en su propia creatividad.
Entre ellos se encontraban Pedro, un chico curioso y habilidoso para las manualidades; Laura, una niña muy observadora y detallista; y Juanito, un niño tímido pero con una gran imaginación.
Don Marcos comenzó la clase explicando qué eran los teselados y cómo se podían crear diferentes diseños utilizando figuras geométricas simples como triángulos, cuadrados o hexágonos. Les mostró ejemplos famosos de teselados en edificios antiguos y les habló sobre artistas reconocidos que habían utilizado esta técnica en sus obras. "-¡Wow! ¡Eso es increíble!", exclamó Pedro emocionado.
"¡Quiero hacer mi propio teselado!"Laura asintió entusiasmada: "-Sí, yo también quiero intentarlo. Podemos hacerlo juntos". Juanito miraba con timidez a sus compañeros mientras pensaba en qué diseño podría hacer él.
No era tan hábil con las manualidades como Pedro o tan observador como Laura, pero no quería quedarse atrás. Con mucho entusiasmo e inspiración después de la clase de Don Marcos, los tres amigos se pusieron manos a la obra.
Pedro decidió hacer un teselado de triángulos coloridos que formaban una estrella, mientras que Laura optó por crear un teselado de cuadrados en forma de corazón. Juanito se sentía frustrado porque no sabía qué diseño podía hacer.
Pensaba y pensaba, pero no se le ocurría nada. Hasta que un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, vio a una abeja volando entre las flores. "-¡Eso es! Voy a hacer un teselado de abejas", exclamó Juanito emocionado.
Con su nueva idea en mente, Juanito regresó a casa y comenzó a trabajar en su proyecto. Dibujó pequeñas abejas con formas hexagonales y las pintó con colores vivos. Cada abeja encajaba perfectamente con la siguiente, creando una hermosa secuencia repetitiva.
Llegó el día de la presentación final y los alumnos estaban ansiosos por mostrar sus creaciones al resto de la clase y a Don Marcos. Uno a uno fueron exhibiendo sus teselados y recibieron aplausos y felicitaciones.
Cuando llegó el turno de Juanito, mostró tímidamente su trabajo. Pero para su sorpresa, todos quedaron fascinados con sus abejas danzantes en forma de hexágonos. "-¡Es increíble!", exclamaron Pedro y Laura al unísono. Don Marcos sonrió orgulloso: "-Todos ustedes han hecho un excelente trabajo.
Han demostrado creatividad e imaginación en cada uno de sus diseños". Desde ese día, los tres amigos siguieron explorando el mundo del arte juntos.
Pedro continuó creando manualidades únicas, Laura siguió observando y plasmando detalles en sus obras, y Juanito descubrió que su timidez no era un obstáculo para expresar su creatividad. Y así, gracias a los teselados, aprendieron que cada uno de ellos tenía algo especial para ofrecer al mundo del arte.
Aprendieron a valorar sus propias habilidades y a apreciar las diferencias en los demás. Juntos, demostraron que la creatividad puede unir a las personas y mostrarles el hermoso poder del arte.
FIN.