El Maravilloso Origen de Villahermosa



En tiempos remotos, cuando el sol brillaba con fuerza y la luna sonreía en el cielo, en las tierras donde hoy se encuentra Villahermosa, habitaban los grandes dioses olmecas. Eran seres con habilidades increíbles, capaces de moldear la tierra y el agua a su antojo.

Un día, todos los dioses se reunieron en la cima de una montaña, bajo la sombra de un frondoso árbol llamado el Xolotl.

"Hoy es el día, amigos y amigas, de crear un lugar donde la gente pueda vivir en armonía", dijo el dios de la lluvia, Tlaloc, mientras lanzaba gotas de agua que pintaban el suelo de colores vibrantes.

"Sí, pero necesitamos más que solo agua", añadió la diosa de la tierra, Coatlicue, mientras acariciaba el suelo fértil. "Debemos darle vida a este lugar con la alegría y la música de la naturaleza."

Los dioses estaban de acuerdo, pero no sabían por dónde empezar. Fue entonces cuando una pequeña mariposa de colores radiantes voló entre ellos, llamando su atención.

"¿Quién es esa?", preguntó el dios del viento, Ehecatl, sorprendiendo a todos.

"Soy Micaela, la mariposa viajera. He visto millones de lugares en mi vida, y creo que tengo una idea de cómo comenzar", dijo con voz suave, aleteando con entusiasmo.

"¡Cuéntanos, Micaela!", gritaron los dioses al unísono, llenos de curiosidad.

Micaela les dijo que cada vez que posaba sus alas en una flor, daba vida a la planta.

"Pueden crear un hermoso jardín donde la gente pueda jugar, bailar y reír. Así, esta ciudad florecerá con el tiempo, y la alegría de las personas traerá más vida".

Los dioses reflexionaron y rápidamente se pusieron en acción. Con el poder del agua de Tlaloc, la energía de Coatlicue y las brisas de Ehecatl, comenzaron a tomar forma los campos llenos de flores, árboles frondosos y animales felices.

Sin embargo, había un dios que no estaba contento. Se trataba de Tezcatlipoca, el dios de la noche.

"¿Por qué están obsesionados con la luz? Las sombras también son importantes. Debemos crear un lugar donde la noche sea mágica y llena de misterios", dijo, gesticulando con sus manos.

Los otros dioses se miraron entre sí, pensativos.

"Tienes razón, Tezcatlipoca", dijo Micaela. "Las noches pueden ser un tiempo para soñar, y es esencial encontrar un equilibrio".

Fue entonces que los dioses decidieron combinar sus talentos.

A medida que el sol se ocultaba y la luna aparecía, transformaron el jardín en un lugar mágico, donde cada flor brillaba con la luz de las estrellas y los sonidos de la naturaleza se mezclaban con melodías suaves.

Con cada día que pasaba, más personas llegaban a conocer este hermoso lugar, que se llenaba de risas, canciones y esperanza. Pronto, el jardín se convirtió en una ciudad donde todos podían vivir juntos en armonía.

De esta manera, Villahermosa nació, uniendo la luz del día y la belleza de la noche.

"Gracias a ustedes, dioses, tenemos un hogar", gritaron los habitantes al mirar al cielo.

Y así, en memoria de aquellos primeros días, la gente de Villahermosa celebró siempre con música, bailes y flores, recordando a aquellos dioses y a la pequeña mariposa que ayudó a dar vida a su querido hogar.

Micaela, por su parte, siguió volando, llevando siempre consigo el mensaje de paz, equilibrio y belleza a donde quiera que fuera.

Villahermosa, la ciudad que floreció de un sueño. Así, su historia impactó a generaciones, recordando que todos, sin importar su tamaño, pueden tener un gran impacto en el mundo si trabajan juntos y comparten sus talentos. Y los dioses, desde las estrellas, sonríen cada vez que ven el lugar que crearon, lleno de alegría y amor.

"¡Vamos a cuidar de nuestra ciudad!", exclamaron los niños mientras corrían por los campos llenos de flores, en donde todo empezó de un simple deseo de unidad.

FIN.

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