El maravilloso salón de clases



En un pequeño y colorido salón de clases, había 8 niños con personalidades muy distintas. Martina era la más extrovertida, siempre dispuesta a ayudar a sus compañeros. Mateo, por otro lado, era un poco tímido pero muy creativo. Sofía era la más curiosa, siempre preguntando por qué y para qué. Tomás, en cambio, era un verdadero explorador, amante de la naturaleza y los animales. Agustina era la más ordenada, le gustaba que todo estuviera en su lugar. Juan, por su parte, era el más inquieto, nunca paraba quieto ni un segundo. Valentina era la soñadora del grupo, siempre con la cabeza en las nubes. Y finalmente, Facundo, el más deportista de todos, siempre buscando nuevas maneras de mantenerse activo y en forma.

Un día, la maestra propuso un proyecto: decorar el salón con un mural que representara la diversidad y la amistad. Cada niño tendría que aportar una idea y trabajar en equipo para llevarla a cabo. Al principio, todos estaban emocionados, pero pronto comenzaron a surgir diferencias. "¡Yo quiero que el mural tenga muchos colores y formas divertidas! -exclamó Martina emocionada. -¡No, yo quiero que represente la naturaleza y los animales! -replicó Tomás.

Las discusiones se intensificaron y el ambiente en el salón se volvió tenso. La maestra, preocupada, decidió intervenir. Les explicó que todas sus ideas eran valiosas y que el mural podía reflejar la diversidad de sus intereses. Les propuso que cada uno eligiera un pedacito del mural para plasmar su idea, y juntos podrían hacer que todas las piezas encajaran en armonía.

Poco a poco, los niños comenzaron a trabajar juntos. Mateo utilizó sus habilidades artísticas para dibujar un bosque lleno de colores, mientras que Sofía investigó sobre la diversidad de animales que podían incluir. Martina, con su entusiasmo, ayudó a organizar las ideas y a pintar los detalles. Agustina se encargó de que todo estuviera en orden y limpio, mientras que Juan aportó su energía para mantener el ánimo alto. Valentina usó su imaginación para agregar un toque mágico al mural, y Facundo propuso integrar actividades deportivas en el diseño.

Finalmente, el mural estaba listo, y para asombro de todos, era una genuina obra maestra que reflejaba la diversidad, la amistad y la colaboración. Los niños se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, juntos podían crear algo maravilloso. Desde ese día, trabajaron en equipo, respetando y valorando las ideas de los demás. El salón de clases se convirtió en un lugar donde la diversidad era celebrada, la amistad fortalecida y la colaboración enaltecida.

FIN.

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