El maravilloso viaje de Balón y la niña de la manzana
En un pequeño pueblo vivía una niña llamada Martina, quien adoraba pasear por los campos y disfrutar de la naturaleza. Un día, mientras caminaba, encontró a Balón, un niño con Síndrome de Down, jugando con su pelota.
Martina se acercó a él y le preguntó si le gustaría jugar juntos. Balón, emocionado, aceptó y juntos pasaron toda la tarde divirtiéndose con la pelota. Al final del día, Martina le regaló una deliciosa manzana.
"Gracias por jugar conmigo", dijo Balón con una sonrisa. "¡Fue muy divertido!" respondió Martina. A partir de ese día, Balón y Martina se convirtieron en grandes amigos. Juntos exploraban el campo, jugaban a las escondidas y compartían historias.
Un día, mientras paseaban, encontraron un misterioso arco iris que parecía tocar el suelo en el horizonte. Decidieron seguirlo y descubrieron un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores.
Allí, encontraron a un viejo sabio que les dijo que el jardín era un lugar especial donde los sueños se volvían realidad. El sabio les regaló dos semillas mágicas y les dijo que, si las plantaban con amor, crecería algo maravilloso. Martina y Balón regresaron a su pueblo emocionados.
Plantaron las semillas en el jardín de Martina y cuidaron de ellas con todo su cariño. Pasó el tiempo y las semillas germinaron, dando lugar a dos arbustos con las frutas más deliciosas que jamás habían visto.
Una era una gran pelota de colores brillantes, y la otra, una hermosa manzana dorada. Martina y Balón se dieron cuenta de que el sabio les había regalado la oportunidad de convertir sus sueños en realidad.
Desde entonces, Balón y Martina compartieron la pelota de colores con todos los niños del pueblo, llenando de diversión y alegría cada rincón. Y la niña de la manzana les enseñó a todos a valorar la amistad y la importancia de cuidar y compartir.
Con el correr de los años, el jardín mágico se convirtió en un lugar de encuentro para todos, donde los sueños florecían en forma de amistad, diversión y frutos deliciosos.
Los niños del pueblo aprendieron la valiosa lección de que, aunque cada uno sea diferente, todos somos capaces de hacer realidad los sueños y vivir momentos mágicos si lo hacemos juntos.
FIN.