El maravilloso viaje de Bautista y Benjamín


Bautista era un niño curioso y aventurero que siempre soñaba con explorar lugares increíbles. Un día, decidió emprender un viaje junto a su fiel amigo Benjamín. Juntos, construyeron una hermosa canoa de madera y la adornaron con colores brillantes. Su destino era recorrer el emocionante camino desde las majestuosas Cataratas del Iguazú hasta el mágico Río de la Plata.

Al amanecer, ambos amigos se adentraron en las aguas cristalinas, rodeados por el increíble espectáculo de la naturaleza. El estruendo de las cataratas resonaba en sus oídos, mientras el arco iris se formaba sobre las tumultuosas aguas. Las aves exóticas, con plumajes de colores deslumbrantes, revoloteaban alrededor de la canoa, llenando el aire con sus cantos melodiosos.

- ¡Mira, Benjamín, qué hermoso es todo esto! -exclamó Bautista, con los ojos brillantes de emoción.

- ¡Es increíble, Bautista! Parece como si estuviéramos navegando en un sueño -respondió Benjamín con asombro.

A medida que avanzaban, se encontraron con una espesa vegetación que se alzaba a ambos lados del río. Los sonidos de la selva eran atronadores: monos curiosos gritaban desde los árboles, mariposas multicolores revoloteaban a su alrededor y el intenso aroma a flores silvestres impregnaba el aire.

De repente, la corriente se calmó, y la canoa emergió en un amplio espacio de aguas tranquilas. Bautista y Benjamín se maravillaron al ver una familia de nutrias jugueteando en la orilla. Decenas de mariposas se posaban en los juncos, llenando el paisaje de color y alegría.

- ¡Es como si estuviéramos en un bosque encantado! -exclamó Bautista, sorprendido por tanta belleza.

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte cuando avistaron la desembocadura del río. Las aguas del Río de la Plata se extendían ante ellos como un inmenso espejo plateado, reflejando el mágico atardecer.

- ¡Lo logramos, Benjamín! ¡Hemos llegado a nuestro destino! -gritó Bautista, emocionado.

Llenos de alegría y emoción, descendieron de la canoa y se abrazaron, celebrando su hazaña. Habían vivido una aventura inolvidable, llena de maravillas y sorpresas. El viaje les enseñó que la naturaleza es un tesoro inagotable, capaz de regalar momentos mágicos a quienes se aventuran a descubrirla.

Con el corazón rebosante de gratitud, Bautista y Benjamín regresaron a casa, llevando consigo el recuerdo de su inolvidable travesía por las aguas del maravilloso río argentino.

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