El Marciano, el Mago y la Maestra
Era un día soleado en el pueblo de Verdecito, donde las flores bailaban al ritmo del viento y los niños jugaban en el parque. En la escuela de Verdecito, la maestra Clara estaba preparando una clase especial sobre el espacio.
- ¡Hola, chicos! - dijo la maestra Clara con una gran sonrisa. - Hoy vamos a aprender sobre los planetas y, si se comportan bien, ¡puede que tengamos una sorpresa!
Los niños, emocionados, se acomodaron en sus asientos. En ese momento, justo cuando Clara estaba a punto de comenzar su lección, un ruido ensordecedor proveniente del cielo interrumpió la clase. Todos miraron hacia arriba y vieron descender una nave espacial brillante.
De la nave salió un pequeño marciano de piel verde y ojos grandes.
- ¡Hola, terrícolas! - exclamó el marciano. - Soy Zog y vengo de Marte.
Los niños gritaron de asombro y la maestra Clara, aunque sorprendida, sonrió y dijo:
- Bienvenido, Zog. Estoy segura de que los chicos estarán encantados de aprender sobre tu planeta. ¿Te gustaría quedarte y contarnos sobre Marte?
Zog asintió con entusiasmo:
- ¡Sí, por favor! En Marte hay montañas de polvo rojo y nubes de gas. Pero lo más especial es que todos mis amigos tienen poderes mágicos.
- ¿Poderes mágicos? - preguntó una niña del fondo, con ojos brillantes.
- ¡Claro! - respondió Zog. - Podemos volar y hacer cosas increíbles.
En ese momento, apareció un mago de larga barba blanca y túnica azul.
- ¡Alto ahí! - dijo el mago con voz grave. - Soy el Mago Merlín y vine a ver qué ocurre aquí.
Zog, un poco asustado, dijo:
- Hola, señor Mago. Estoy hablando sobre Marte con los niños.
- ¿Marte? - replicó Merlín, con una sonrisa traviesa. - ¿Y qué tal si les muestro un truco de magia?
- ¡Sí, por favor! - gritaron los niños al unísono.
Merlín levantó su varita y dijo:
- ¡Abracadabra, que los cielos brillen!
De repente, el salón se llenó de luces de colores que danzaban por todas partes. Los niños aplaudieron y rieron.
- ¡Mirá, Zog! - dijo Clara, - En la tierra también hay magia, solo que se ve diferente.
- ¡Es impresionante! - respondió Zog, mirando maravillado.
Pero de repente, Merlín frunció el ceño.
- ¡Oh no! - exclamó. - Creo que he usado demasiado poder. ¡Mi magia se está descontrolando!
Las luces comenzaron a girar y a crear un remolino en el centro del aula. Los niños estaban emocionados y asustados al mismo tiempo.
- Zog, tú puedes ayudar, ¿verdad? - dijo Clara. - ¿Tienes algún truco de magia de Marte?
Zog pensó por un momento y, con decisión, dijo:
- ¡Sí! En Marte tenemos un hechizo que calma la energía.
- ¡Hazlo, Zog! - animaron los chicos.
Zog se acercó al remolino y dijo:
- ¡Poderes de Marte, ven a mí, calma esta energía, por favor, así sea!
De repente, el remolino comenzó a desvanecerse y, en un instante, todo volvió a la calma. La clase estaba llena de risas y aplausos.
- ¡Lo lograste! - dijeron todos, emocionados.
Merlín, aliviado, sonrió al marciano.
- Gracias, pequeño amigo. ¡Eres realmente especial!
- ¡Esto fue increíble! - dijo Clara, - Creo que hemos aprendido que la magia no solo está en los trucos, sino también en la amistad y el trabajo en equipo.
Zog, emocionado, dijo:
- ¡Así es! Y quiero volver a visitarlos. ¡Me encanta aprender!
Los niños sonrieron y prometieron enseñarle más sobre la Tierra en su próxima visita.
Así, Zog, el marciano, y Merlín, el mago, se despidieron mientras Clara les decía:
- Chicos, nunca dejen de aprender, porque siempre hay magia en el conocimiento.
Desde ese día, cada vez que miraban al cielo, recordaban que, sin importar de dónde venimos, todos podemos ser parte de algo especial si trabajamos juntos.
FIN.