El Marciano y el Bosque Misterioso
Érase una vez un marciano llamado Zuku, que vivía en un planeta colorido y lleno de maravillas. Un día, decidió viajar a la Tierra en su nave espacial para conocer más sobre este extraño lugar. Sin embargo, durante su viaje, algo salió mal y su nave terminó aterrizando en un denso bosque lleno de árboles altos y misteriosos.
-donde estoy? -se preguntó Zuku mientras miraba a su alrededor.
Después de varios intentos de encender su nave y despegar, se dio cuenta de que estaba atrapado en aquel bosque. La nave no respondía, así que decidió buscar ayuda. Pero había un problema: Zuku no sabía nada sobre la comida de la Tierra y, después de 7 días, estaba hambriento.
Cada día, Zuku emprendía pequeñas expediciones para intentar cazar algo de alimento. En su primer intento, se encontró con una pequeña ardilla.
-¡Hola, pequeña ardilla! ¿Podrías ayudarme? -preguntó Zuku, con una voz amigable.
La ardilla lo miró nerviosa y corrió rápidamente a esconderse en un árbol. Zuku, desanimado, decidió intentar de nuevo al día siguiente.
En su segundo día, Zuku se topó con un grupo de colibríes.
-¡Hola, colibríes! Estoy buscando algo para comer, ¿podrían orientarme? -les dijo Zuku, que aunque conocido por su inteligencia, estaba un poco confundido con los seres de la Tierra.
Los colibríes, intrigados, respondieron: -No comemos lo que tú buscas, pero puedes probar con las flores.
Zuku trató de comer una flor, pero no le resultó muy sabroso. Siguió intentando cada día, pero el tercer, cuarto, quinto y sexto día pasaron sin que pudiera atrapar nada.
-¿Quizás debí haber traído bocadillos de casa? -se lamentó mientras se sentaba bajo un gran árbol, sintiéndose un poco triste.
El séptimo día, mientras caminaba por el bosque, notó algo brillante en el suelo. Al acercarse, vio que era un hermoso y colorido hongo.
-¡Esto se ve delicioso! -exclamó Zuku en voz alta, pero antes de agacharse, escuchó una voz.
-¡Espera! -gritó un conejo que apareció de entre los arbustos.- No comas eso, es venenoso.
Zuku se detuvo justo a tiempo y sonrió, aliviado. -Gracias, pequeño amigo. No sabía que no era bueno.
-Te vi intentar cazar durante una semana. ¿Por qué no me pediste ayuda antes? -dijo el conejo con curiosidad.
Zuku se sonrojó un poco. -No sabía cómo hacerlo y pensé que debía resolverlo solo.
-Cazar no es fácil. A veces, pedir ayuda es la mejor opción. Ven, yo conozco un lugar lleno de frutas y raíces deliciosas. -propuso el conejo.
Juntos, el conejo y Zuku recorrieron el bosque, y el conejo lo guió hacia un claro donde crecían deliciosas frutas. Zuku jamás había visto algo así.
-¡Están riquísimas! -gritó Zuku emocionado mientras probaba las frutas.
Después de comer y disfrutar, Zuku le dijo al conejo: -Gracias por ayudarme. Esto es mejor que intentar hacerlo solo.
-no hay de qué, amigo. A veces, la colaboración es la clave -respondió el conejo mientras compartían más frutas.
Con la energía renovada, Zuku regresó a su nave, y con la ayuda del conejo y los conocimientos nuevos sobre la Tierra, finalmente logró repararla y despegar.
Antes de irse, Zuku se despidió de su nuevo amigo. -Siempre recordaré este bosque y la lección que aprendí aquí. La amistad y la ayuda son lo más importante.
-¡Hasta pronto, Zuku! -gritó el conejo mientras el marciano se alejaba en su nave.
Y así, Zuku regresó a su hogar, llevando consigo no solo recuerdos de un bosque mágico, sino también la valiosa lección de que no hay nada de malo en pedir ayuda cuando la necesitas.
FIN.