El Marinerito y la Peluca Blanca



Era un hermoso día de verano y el mar estaba en calma. Todos los habitantes del colorido pueblo costero se preparaban para la gran fiesta del salto del pez, un evento donde todos se reunían para celebrar y participar de divertidos concursos. Entre ellos, estaba un marinerito llamado Lucas que, a pesar de su alegría, sentía una pequeña preocupación: su calvicie. Lucas tenía apenas unos pocos pelos de un color claro y eso lo hacía sentir un poco diferenciado de los demás marineros que lucían sus bellas melenas.

Mientras Lucas caminaba hacia la plaza donde se llevaría a cabo la fiesta, vio a un hombre regordete y saltarín llamado Fish; siempre lleno de energía y risas. Fish era conocido en el pueblo por sus ocurrencias y su gran corazón.

Fish se acercó a Lucas con una gran sonrisa:

"¡Hey, Lucas! Ven, ven, mira lo que tengo aquí, ¡es una sorpresa!"

Lucas, curioso, se acercó. Fish sacó de su mochila una peluca blanca que brillaba bajo el sol.

"¡Es una peluca brillante! ¡Podés usarla para la fiesta!"

Lucas se sintió un poco avergonzado y respondió:

"No sé, Fish. ¿Qué van a decir los demás si me ven con una peluca tan extraña?"

"No te preocupes, amigo. La fiesta es para divertirse, ¡y es el momento perfecto para ser original!"

"Pero…"

"¡Vamos, probátela!" Insistió Fish, mientras se reía contagiosamente.

Lucas, con un poco de reticencia, se puso la peluca y se miró en un espejo cercano. Para su sorpresa, la peluca le quedaba muy bien y, por un momento, olvidó su inseguridad:

"¡Wow! No sé, Fish, esto es... raro, pero divertido."

"¡Eso es! Eres único, Lucas. No dejes que nada te detenga. Sabes que lo más importante es divertirse y ser uno mismo."

Con un nuevo aire de confianza, Lucas se unió a los demás marineros en la plaza. El ambiente era festivo: había música, bailes, juegos, y todo el mundo estaba ansioso por ver quién lograría el mayor salto en el concurso del pez. A medida que avanzaba la fiesta, las risas y la diversión comenzaron a hacer olvidar a Lucas su preocupación por su apariencia.

Cuando llegó el momento del concurso, todos se alinearon en la playa, incluidos Lucas y Fish. Fish lucía más feliz que nunca, saltando de aquí para allá. Pero antes de que comenzara la competencia, un grupo de niños se acercó a Lucas:

"¡Lucas! ¡Esa peluca te queda genial!"

"Sí, ¡te ves como un verdadero marino de cuento!"

"¿Podemos hacernos una foto contigo?"

Lucas se sintió particularmente animado. Por fin, se dio cuenta de que su apariencia no era lo que importaba, sino lo que llevaba dentro.

"¡Claro que sí!" Dijo, con una gran sonrisa.

Finalmente, llegó el momento del salto del pez. Todos se lanzaron al agua y Lucas, al dar su propio salto, ahorró una gran energías y se puso a reír mientras chapoteaba. ¡La peluca blanca voló por los aires! Todos los que estaban alrededor estallaron en carcajadas, incluidos Lucas y Fish, quien lo aplaudía con locura:

"¡Eso fue increíble, Lucas! ¡Sos un verdadero héroe de la fiesta!"

Aquel día, Lucas comprendió que ser diferente era lo que lo hacía especial. Regresó a su casa con una gran sonrisa, una nueva amistad y una peluca blanca llena de anécdotas.

Desde ese día, Lucas dejó de preocuparse por su calvicie. Y cada vez que había una fiesta, se ponía su peluca blanca, recordando que siempre podía contar con su amigo Fish para apoyarlo y recordarle que lo que realmente importaba era divertirse y celebrar la vida juntos.

La fiesta del salto del pez se convirtió en una tradición, y cada año el marinerito Lucas, con su peluca blanca, era el centro de atención de todos los niños, agradeciendo a Fish por haberle enseñado a amarse tal como era.

FIN.

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