El mate mágico


Había una vez una niña llamada Catalina que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. A Catalina le encantaba tomar mate, esa deliciosa bebida caliente que se prepara con yerba mate y agua caliente.

Todos los días, después de la escuela, Catalina se sentaba en el patio de su casa con su mate y disfrutaba de su sabor único. Un día, Catalina decidió probar algo diferente.

En lugar de llenar su mate con yerba mate como siempre lo hacía, decidió llenarlo hasta el borde con yerba. Pensó que así tendría más sabor y sería aún más rico. Catalina se sentó en el patio como siempre y comenzó a tomar su mate.

Pero pronto descubrió que había cometido un error. El mate estaba tan lleno de yerba que no podía beberlo correctamente. Cada vez que intentaba tomar un sorbo, la yerba se metía en su boca y le resultaba imposible saborear la infusión.

"¡Ay! ¡Qué desastre!" exclamó Catalina frustrada. Justo en ese momento, un ave pasó volando por encima del patio y vio a Catalina luchando con su mate. "¿Necesitas ayuda?" preguntó el ave amablemente.

Catalina miró hacia arriba y vio al ave posándose en una rama cercana. "Sí" respondió ella emocionada "Por favor, ¿puedes ayudarme a beber mi mate?"El ave sonrió y dijo: "Claro que puedo ayudarte".

Con mucho cuidado, el ave agarró uno de sus palitos afilados del nido cercano y lo utilizó para hacer un pequeño agujero en el mate de Catalina. El agujero permitió que el agua caliente fluyera a través de la yerba, pero evitaba que las hojas llegaran a su boca.

Catalina tomó un sorbo y descubrió que ahora podía disfrutar de su mate sin ningún problema. "¡Gracias!" exclamó Catalina emocionada "Nunca habría pensado en hacer eso".

El ave asintió con la cabeza y dijo: "A veces, cuando nos enfrentamos a problemas, solo necesitamos un poco de creatividad para encontrar una solución. No te olvides de pensar fuera de lo común". Catalina sonrió y asintió con la cabeza.

Desde ese día, siempre recordaría la lección del ave y nunca llenaría demasiado su mate nuevamente. Y así, Catalina aprendió que no hay problema sin solución si se tiene imaginación y se piensa fuera de lo común.

Cada vez que tomaba mate, recordaba esa lección valiosa y compartía su historia con sus amigos para inspirarlos también. Y así fue como Catalina continuó disfrutando del sabor único del mate mientras aprendía importantes lecciones sobre resolución de problemas.

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