El medallón de los sueños



Había pasado una noche de tormenta en la costa. El viento soplaba con furia, las olas golpeaban con fuerza la arena y el sonido del mar embravecido resonaba en toda la playa.

Al amanecer, cuando el sol comenzó a asomar entre las nubes, Martín, un niño curioso de ocho años, salió a recorrer la orilla en busca de tesoros que el mar hubiera traído.

Entre los restos que había dejado la tormenta, Martín divisó algo brillando entre las rocas. Se acercó corriendo y descubrió una pequeña cajita de madera cerrada con un candado oxidado. Intrigado, se agachó para reagarrarla y sacudió la arena que la cubría. La cajita parecía antigua y misteriosa.

Martín intentó abrir el candado sin éxito. Decidió llevarla consigo hasta su casa para ver si su padre podía ayudarlo a abrirla. Al llegar a su hogar, Martín mostró emocionado su hallazgo a su padre.

"¡Papá! ¡Mira lo que encontré en la playa después de la tormenta! Es una cajita misteriosa", exclamó Martín mostrando el tesoro encontrado. Su padre observó detenidamente la cajita y le dijo: "Vamos a intentar abrirla juntos".

Con unas pinzas y un poco de paciencia lograron romper el viejo candado. Al abrir la caja, encontraron un pergamino enrollado y un medallón dorado con forma de estrella.

Martín desenrolló el pergamino con cuidado y leyeron juntos lo que decía: "Quien posea este medallón tendrá el poder de hacer realidad sus sueños más grandes". Los ojos de Martín se iluminaron al escuchar esas palabras. Desde ese día, llevaba consigo siempre el medallón como símbolo de esperanza y determinación para perseguir sus sueños.

Con el paso del tiempo, Martín descubrió que no era solo tener un objeto mágico lo que le daría felicidad, sino creer en sí mismo y trabajar duro para alcanzar sus metas.

El medallón se convirtió en recordatorio constante de nunca rendirse ante los desafíos que se presentaran en su camino. Así fue como aquel hallazgo en la playa marcó el inicio de grandes aventuras para Martín, quien aprendió valiosas lecciones sobre perseverancia, autoconfianza y bondad hacia los demás.

Y cada vez que miraba aquel medallón dorado brillar bajo el sol recordaba aquella mañana especial en la playa después del temporal.

FIN.

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