El melón gigante de Villaconejos
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villaconejos, donde todos los habitantes eran conejos muy trabajadores y amables.
En este pueblo, la comida favorita de todos era la zanahoria, pero un día algo inesperado sucedió: ¡apareció un melón gigante en medio de la plaza principal! Los conejos de Villaconejos nunca habían visto un melón antes, así que todos se acercaron con curiosidad a observarlo. El melón era tan grande que parecía haber caído del cielo.
Los conejos estaban emocionados por probar algo nuevo y diferente a las zanahorias de siempre. "¡Qué es esto tan grande y redondo que ha aparecido en nuestra plaza?", preguntó Curioso, el conejo más intrépido del pueblo.
"Es un melón", respondió Sabio, el anciano del pueblo que sabía mucho sobre frutas y verduras. "¿Y cómo lo vamos a comer si no podemos partirlo?", preguntó Glotón, el conejo más goloso de todos.
Los conejos comenzaron a dar vueltas alrededor del melón pensando en cómo podrían abrirlo para disfrutarlo. Fue entonces cuando llegó Margarita, una conejita muy creativa que siempre encontraba soluciones a los problemas más difíciles. "¡Tengo una idea!", exclamó Margarita.
"Podemos rodar el melón cuesta abajo hasta la colina y dejar que se rompa solo al chocar contra una roca". Los demás conejos asintieron emocionados con la propuesta de Margarita y rápidamente pusieron manos a la obra.
Con mucho esfuerzo lograron hacer rodar el melón cuesta abajo hasta llegar a la colina. Todos estaban expectantes esperando ver cómo se rompería el melón al chocar contra la roca. Y así fue, con un estruendo el melón se partió en varios pedazos jugosos y dulces.
Los conejos no podían creer lo delicioso que era aquel nuevo manjar. Se relamían mientras disfrutaban cada bocado de aquel exquisito melón.
Desde ese día, los conejos de Villaconejos incorporaron el melón como parte de su dieta diaria junto con las zanahorias. La moraleja de esta historia es que debemos estar abiertos a probar cosas nuevas, ya que nunca sabremos cuándo descubriremos algo maravilloso que nos sorprenda gratamente.
Y así, los habitantes de Villaconejos aprendieron a ser más aventureros y dispuestos a explorar lo desconocido. Y colorín colorado, este cuento del melón gigante ha terminado.
FIN.