El mendigo filósofo de Esperanza



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Esperanza, un mendigo filósofo llamado Este. Este pasaba sus días sentado en la plaza principal, observando a la gente que pasaba apurada sin detenerse a mirar a su alrededor.

Un día, Este se preguntó en voz alta: "¿Quién creó a Dios? Si ese ser omnipotente existía, ¿por qué no era tan bueno como decían?".

Sus palabras resonaron en el aire y despertaron la curiosidad de algunos niños que jugaban cerca. "¿Qué estás diciendo, Este?", preguntó Mateo, un niño travieso con grandes ojos curiosos. "Estoy cuestionando las cosas que damos por sentadas", respondió Este con una sonrisa misteriosa.

Los días pasaron y Este siguió con sus reflexiones, sembrando semillas de duda en la mente de los habitantes de Esperanza. Algunos lo miraban con recelo, otros con admiración por su valentía al desafiar las creencias arraigadas.

Una tarde soleada, mientras Este descansaba bajo la sombra de un árbol centenario, una anciana se acercó tímidamente. "Este, ¿qué quieres decir con tus preguntas sobre Dios?", preguntó con voz temblorosa. Este miró a la anciana con ternura y le dijo: "Quiero despertar a una sociedad dormida.

Quiero que cuestionemos todo lo que nos han enseñado y busquemos nuestras propias respuestas". La anciana asintió lentamente y se retiró pensativa. Aquella noche, las campanas de la iglesia repicaron sin cesar, anunciando algo inusual en Esperanza.

Al día siguiente, los habitantes del pueblo se reunieron en la plaza principal para escuchar a Este. El mendigo filósofo les habló sobre la importancia de pensar por sí mismos, de no aceptar las verdades impuestas sin cuestionarlas.

"¡Pero si siempre nos dijeron que debíamos creer en Dios!", exclamó alguien entre la multitud. Este sonrió y respondió: "Creer está bien, pero también es importante buscar el significado detrás de nuestras creencias. No teman cuestionar lo establecido".

Poco a poco, los habitantes de Esperanza empezaron a abrir sus mentes y corazones a nuevas ideas. La plaza se llenó de risas y debates animados. La energía del pueblo había cambiado gracias a las palabras inspiradoras de Este.

Y así, el mendigo filósofo logró despertar a una sociedad dormida, recordándoles que cada pregunta tiene más de una respuesta y que es necesario mantener viva la llama del pensamiento crítico para seguir evolucionando como individuos y como comunidad.

Y colorín colorado este cuento ha terminado... ¡por ahora!

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!