El mensaje de las lechuzas blancas
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Sofía. Sofía vivía en una hermosa casa rodeada de un jardín lleno de flores y árboles frutales.
Pero a pesar de tener todo eso, sentía que algo le faltaba. Un día, mientras jugaba en su habitación, Sofía escuchó un ruido extraño proveniente del patio trasero. Curiosa, se asomó por la ventana y vio a dos lechuzas blancas posadas en el árbol más grande del jardín.
Parecían estar esperando algo. Intrigada por la presencia de las lechuzas, Sofía decidió salir al jardín para investigar más de cerca. Al acercarse al árbol, las lechuzas levantaron vuelo y volaron hacia ella.
Una se posó sobre su hombro izquierdo y la otra sobre su hombro derecho. "¡Hola! Somos Lila y Blanca", dijo una de las lechuzas con voz dulce. Sofía quedó sorprendida al escuchar hablar a las lechuzas pero no tuvo miedo.
En cambio, sonrió y les respondió:"¡Qué lindo encontrarles aquí! ¿Vienen a visitarme?"Las lechuzas asintieron con sus cabezas emplumadas y Lila explicó:"Así es, querida Sofía. Hemos venido hasta aquí para entregarte un mensaje muy especial".
Sofía sintió curiosidad e impaciencia por saber qué mensaje traían las lechuzas blancas. Blanca tomó aire profundamente antes de continuar:"El mensaje que traemos es el mensaje del amor. Queremos recordarte lo hermosa y valiosa que eres.
El amor no solo se encuentra en los demás, sino también dentro de ti misma". Sofía escuchaba atentamente a las lechuzas mientras una sensación cálida y reconfortante invadía su corazón. "A veces, nos olvidamos de amarnos y valorarnos a nosotros mismos", continuó Lila.
"Pero cada uno de nosotros posee un tesoro único y especial en su interior. Tú, Sofía, tienes el poder de compartir tu amor con el mundo". Las lechuzas volaron alrededor de Sofía mientras ella asimilaba sus palabras llenas de sabiduría.
"¿Cómo puedo compartir mi amor?", preguntó Sofía con entusiasmo. Blanca respondió:"Puedes hacerlo a través de pequeñas acciones diarias: ayudando a alguien que lo necesite, mostrando compasión hacia los demás o simplemente sonriendo".
Sofía comprendió la importancia de amarse a sí misma y compartir ese amor con los demás. Desde aquel día, Sofía se convirtió en una niña llena de bondad y alegría. Ayudaba a sus amigos en la escuela, visitaba a los ancianos del pueblo y siempre tenía una sonrisa para todos.
Las lechuzas blancas regresaban periódicamente para recordarle la importancia del amor propio y celebrar todas las maravillosas acciones que Sofía realizaba.
Conforme pasaban los años, Sofía se dio cuenta de cómo su actitud positiva había impactado positivamente tanto en su vida como en la vida de quienes la rodeaban. Había encontrado la felicidad en el amor que compartía con los demás.
Y así, gracias a las lechuzas blancas y su mensaje de amor, Sofía aprendió una valiosa lección que llevaría consigo por siempre: el verdadero poder del amor radica en amarnos a nosotros mismos y compartir ese amor con el mundo.
FIN.