El Mensaje del Cielo



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Nazaret. María, una joven llena de alegría y bondad, estaba en su hogar cuidando las plantas y disfrutando del canto de los pájaros. En ese momento, un espléndido ángel llamado Gabriel hizo su aparición, brillando con una luz suave y cálida.

"Hola, María, soy Gabriel, un mensajero del cielo. He venido a traerte un mensaje especial" - dijo el ángel, con una voz dulce como la miel.

María se sorprendió, pero no sintió miedo. Ella siempre había soñado con cosas maravillosas.

"¿Un mensaje especial? ¿De qué se trata?" - preguntó María, con curiosidad en sus ojos.

"Pronto tendrás un bebé muy especial, que traerá alegría y amor al mundo. Tu vida cambiará de muchas maneras" - explicó Gabriel.

María sonrió, sintiendo que su corazón latía con felicidad y emoción. Pero justo en ese momento, su prometido José llegó a casa y se detuvo al ver al ángel.

"¿Quién es este?" - preguntó José, frunciendo el ceño.

"Soy Gabriel, el ángel que trae buenas noticias. No tengas miedo, José, lo que estoy diciendo es muy hermoso" - dijo Gabriel, inclinando su cabeza en señal de respeto.

"Soy solo un carpintero sencillo, ¿por qué un ángel vendría a hablarme a mí?" - respondió José, sintiéndose pequeño.

"Porque suelen ser las personas más humildes las que tienen el corazón más grande. Tu amor y tu apoyo serán muy importantes para María y el niño" - respondió el ángel con amabilidad.

María tomó la mano de José y le dijo:

"Esto es algo increíble, José. Debemos recibirlo con valentía y amor. Juntos vamos a criar a este niño especial".

José sonrió y sintió una oleada de tranquilidad. La emoción y el amor que había por María lo iluminó.

"¿Qué debemos hacer ahora, Gabriel?" - preguntó.

"Tendrán que ser pacientes y estar listos. Este niño traerá muchas enseñanzas, y su vida será un ejemplo para todos" - respondió el ángel.

Los días pasaron y Gabriel seguía apareciendo de vez en cuando, guiando a María y José en su travesía hacia la llegada de su pequeño. Les alentaba a cuidar de su hogar y a compartir amor y amabilidad con los demás.

"Recuerden, hay muchos que necesitan cariño. Hagan de su hogar un lugar acogedor para todos" - decía Gabriel, cada vez que visitaba.

Una tarde, mientras María y José estaban en el mercado, los ayudaron a un anciano que había caído. Le tendieron la mano y lo ayudaron a levantarse.

"Gracias, jóvenes. Su bondad ilumina mi día" - dijo el anciano, sonriendoles.

María y José se sintieron cálidos y contentos por haber ayudado a alguien. Sentían que el amor que Gabriel les había enseñado estaba floreciendo en sus corazones.

Finalmente, llegaron los días de la llegada del bebé. María y José estaban más unidos que nunca y se apoyaron mutuamente durante la espera. Gabriel les había recordado que el amor y la bondad son las claves para afrontar cualquier desafío.

"José, estoy tan feliz por tenerte a mi lado" - dijo María con una sonrisa radiante.

"Y yo estoy agradecido por compartir este momento contigo" - respondió José, acariciando su mano.

Y así, una dulce mañana, nació el pequeño Jesús, llenando sus vidas de felicidad y amor. María y José miraron a su hijo y supieron que juntos habían logrado un viaje maravilloso, lleno de aprendizajes y enseñanzas increíbles.

De esta manera, la visita de Gabriel transformó no solo sus vidas, sino también la vida de todos a su alrededor, recordándoles siempre que la bondad y el amor son los mayores regalos que podemos ofrecer.

Y así terminó la historia, pero el amor de María, José y su pequeño Jesús seguía creciendo en el corazón de todos los que los conocían, inspirándolos a ser mejores cada día.

FIN.

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