El mensaje del hielo


Bruno era un niño curioso y aventurero. Siempre estaba buscando nuevas cosas que descubrir en su pequeño pueblo de Fernández Oro. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, un extraño hombre se acercó a él.

"¿Eres Bruno Basanisi Escobar?", preguntó el hombre. "Sí, ¿por qué?", respondió Bruno con curiosidad. "Mi nombre es John y trabajo para una agencia espacial muy importante.

Hemos encontrado un artefacto alienígena en la Antártida y necesitamos tu ayuda para descifrar unas inscripciones que hay en él", explicó John. Bruno no podía creer lo que estaba escuchando, ¡él iba a salvar el mundo! Sin pensarlo dos veces, aceptó la propuesta de John y partieron hacia la Antártida.

Cuando llegaron al lugar del hallazgo, Bruno se sorprendió al ver el misterioso objeto: era redondo y brillante, como si estuviera hecho de cristal. En su superficie había extrañas figuras geométricas grabadas que parecían formar palabras en un idioma desconocido.

Bruno se concentró mucho en las inscripciones e intentó relacionarlas con algún idioma conocido. Pero nada funcionaba. Frustrado por no poder entenderlo, decidió alejarse del artefacto por un momento.

Fue entonces cuando algo increíble sucedió: las figuras comenzaron a moverse frente a sus ojos hasta que finalmente se transformaron en letras claras y precisas del alfabeto español. "¡Lo logré!", gritó Bruno emocionado mientras corría hacia donde estaba John para contarle la noticia.

"¡Eso es impresionante, Bruno! Ahora podremos entender lo que nos quiere decir el artefacto", exclamó John con alegría. Juntos, decifraron las inscripciones y descubrieron que el objeto era una especie de mapa estelar.

Y en ese mapa estaba señalado un planeta muy lejano donde había vida inteligente y pacífica. Los extraterrestres habían enviado el artefacto a la Tierra para establecer contacto con nuestra civilización.

Gracias al trabajo de Bruno, los científicos pudieron enviar un mensaje de respuesta a los extraterrestres y así comenzó una nueva era de exploración espacial. Bruno regresó a su hogar en Fernández Oro como un héroe local y se convirtió en inspiración para muchos otros niños que soñaban con descubrir nuevos mundos.

Él demostró que cualquier persona puede hacer grandes cosas si se atreve a intentarlo.

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