El Mensaje del Señor Sol
En el hermoso jardín de la escuela, donde la seño Belén enseñaba a los niños sobre las maravillas de la naturaleza, había dos florecitas: Milo, una flor vivaz y colorida, y Maitu, una flor suave y delicada. Ambas, desde sus pequeños tallos, soñaban con el día en que la primavera llenaría el aire con su frescura y aromas deliciosos.
Un día, mientras Milo y Maitu disfrutaban del cálido rayo de sol que les daba energía, una suave brisa sopló, trayendo consigo un mensaje extraordinario. Era el Señor Sol.
"Queridas flores, ¡la primavera se acerca!" - anunció el Señor Sol con su cálida y melodiosa voz. "Hoy quiero hablarles sobre el poder del agua y cómo les ayudará a crecer fuertes y bellas."
Milo, siempre llena de curiosidad, saltó emocionada:
"¡El agua! ¡Siempre escucho hablar de ella! ¿Cómo nos ayudará, Señor Sol?"
El Señor Sol sonrió:
"El agua es esencial para ustedes. Cuando llueve, cada gota es un abrazo de vida que nutre sus raíces y les permite florecer. Sin ella, aunque yo brille con todo mi esplendor, no podrían crecer."
Maitu, que era un poco más tímida, preguntó:
"Pero, Señor Sol, ¿qué pasa si el agua se va? ¿Y si nunca vuelve?"
"Ah, pequeña Maitu, es cierto que a veces puede faltar, pero la naturaleza es sabia. Debemos aprender a cuidar el agua, no desperdiciar, y siempre estar agradecidos por cada gotita que cae. Cada vez que un niño riega las plantas o escucha la lluvia en el techo, están haciendo magia. ¡Por eso, se convierten en sus amigos!"
Emocionadas por el mensaje, las flores decidieron que trabajarían en conjunto con sus amigos de la salita de la seño Belén para cuidar el agua. Esa tarde, con una libreta y un lápiz, comenzaron a planear:
"Propongo hacer carteles para recordarles a todos sobre la importancia del agua" - sugirió Milo.
"Y también podríamos cantar una canción sobre el agua y las flores" - agregó Maitu, aquietando sus nervios.
Y así, la florero y su amiga unieron fuerzas con los niños. Todos juntos, en un despliegue de creatividad, hicieron coloridos carteles y prepararon una simpática canción. Los niños aprendieron sobre el ciclo del agua, ahorraron, y comenzaron a cuidar cada gota que caía.
El día del evento llegaron los padres, y el jardín se llenó de risas y melodías. Los carteles colgaban por todas partes, recordando a todos sobre la maravillosa agua.
"¡El agua es vida, hay que cuidar!" - cantaban los niños mientras Milo y Maitu brillaban al sol.
De repente, un nublado cubrió el cielo y la lluvia comenzó a caer suavemente.
"¡Mirá, Maitu! ¡El agua nos visita!" - exclamó Milo.
Las flores abrieron sus pétalos, recibiendo cada gota con alegría. La lluvia tocaba la tierra, regalándole vida, haciendo que las flores y los niños celebraran como nunca.
"Gracias, Señor Sol, por tu mensaje y por cayendo la lluvia", dijo Maitu mientras sonreía al ver cómo las hojas y la tierra se ponían verdes y vibrantes.
"Esto es solo el principio, mis queridas amigas, en la primavera todo florecerá con más fuerza" - contestó el Señor Sol desde su lugar en el cielo.
Con el tiempo, los amigos descubrieron lo importante que era el agua y cómo su cuidado no solo hacía que las flores crecieran, sino que también unía a todos en una linda comunidad. Ahora, el jardín era un lugar de aprendizaje y amor, donde el agua era siempre recordada y respetada.
Así, Milo, Maitu y sus amigos aprendieron que el poder del agua estaba en cada gota y que, juntos, podían hacer de su jardín un lugar mágico y hermoso, donde la primavera siempre florecería.
Y así, en el jardín de la escuela de la seño Belén, el mensaje del Señor Sol y el cariño por el agua se perduraron en el tiempo, inspirando a generaciones futuras a cuidar lo que más amaban.
FIN.