El Mercadito de La Libertad
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado La Libertad, un mercadito muy especial. Este mercadito no era como los demás, pues en cada rincón, entre frutas y verduras, se escondían pequeños secretos mágicos que podía descubrir cualquier niño que se atreviera a explorar.
Un día soleado, Sofía, una niña curiosa de siete años, decidió visitar el mercadito. A ella le encantaba ayudar a su abuelo, Don Luis, que era el dueño del lugar.
"¿Qué te gustaría hacer hoy, Abuelo?" - preguntó Sofía, con los ojos llenos de emoción.
"Hoy, te quiero enseñar algo muy especial. ¿Ves esa caja de manzanas?" - respondió Don Luis señalando el fondo del mercadito.
"Sí, ¿qué hay de especial en ellas?" - inquirió Sofía rápidamente.
"Si eliges una manzana y le susurras un deseo, puede que se haga realidad." - explicó Don Luis con una sonrisa.
Sofía sintió un cosquilleo en su estómago. Sin pensarlo dos veces, se acercó a la caja, eligió una manzana roja y brillante y le susurró su deseo:
"Quiero tener un amigo mágico que me acompañe en mis aventuras."
De repente, la manzana brilló intensamente, y cuando Sofía la abrió, un pequeño duende llamado Pipo apareció, riendo alegremente.
"¡Hola, Sofía! ¡Soy tu nuevo amigo mágico!" - gritó Pipo con una voz melodiosa.
"¡Wow! ¡Esto es increíble!" - comentó Sofía, sin poder contener su asombro.
Juntos comenzaron a explorar el mercadito. Pipo la llevó a una sección donde las zanahorias cantaban y la lechuga hacía chistes.
"¿Sabías que la lechuga siempre está fresca porque nunca se queda en el mismo lugar por mucho tiempo?" - decía Pipo mientras reía.
"¡Me encantan los chistes de la lechuga!" - decía Sofía, mientras se retorcía de risa.
Sin embargo, no todo era alegría. De repente, escucharon un llanto en un rincón del mercadito. Era un pequeño tomate, sobre una repisa, que estaba triste porque su amigo, el pepino, había sido elegido por un cliente.
"¿Por qué lloras, pequeño tomate?" - le preguntó Sofía con ternura.
"Mi amigo pepino se fue y no sé cuándo volverá..." - respondió el tomate, con lágrimas en sus ojos.
Sofía y Pipo se miraron y decidieron ayudarlo.
"No te preocupes, pequeño tomate. Haremos algo especial para que no te sientas solo" - dijo Sofía.
Entonces, Pipo tuvo una idea brillante.
"¡Podemos organizar una fiesta de despedida para el pepino!" - exclamó.
Sofía quedó entusiasmada.
"¡Sí! Vamos a invitar a todo el mercadito y así el tomate podrá despedirse de su amigo de una forma especial."
Así que Sofía y Pipo comenzaron a preparar la fiesta. La lechuga le enseñó a Sofía a hacer guirnaldas con hojas verdes y la zanahoria les ayudó a hacer una torta de frutas.
"¡Esto será un éxito! ¡El pepino se sentirá tan amado!" - decía Sofía mientras preparaban todo.
La fiesta fue un gran éxito. Todos los amigos del mercadito se reunieron, bailaron, cantaron y se divirtieron. Cuando el pepino llegó, se sorprendió al ver a todos sus amigos esperándolo.
"¡No puedo creer esto! ¡Nunca pensé que me harían una fiesta!" - dijo el pepino, con lágrimas de felicidad en sus ojos.
"Siempre estaremos juntos, no importa la distancia. ¡Eres un gran amigo!" - le dijo el tomate mientras lo abrazaba.
Al final del día, Sofía se despidió de Pipo, pero no sin antes agradecerle por la aventura inolvidable.
"Siempre serás mi amigo mágico, Pipo." - dijo Sofía con una sonrisa.
"Y siempre estaré aquí, entre las frutas y verduras, listos para vivir más aventuras juntos" - respondió Pipo, mientras desaparecía en un destello de luz.
Desde aquel día, el mercadito de La Libertad no solo era un lugar de compras, sino un espacio donde se cultivaban la amistad y la creatividad, un lugar donde cada fruta y verdura tenía su propia historia mágica. Y Sofía aprendió que, a veces, los deseos se hacen realidad cuando tienes un corazón dispuesto a ayudar y compartir con los demás.
FIN.