El mercado solidario de Ana



Había una vez una niña llamada Ana, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Ana era muy curiosa y le encantaba explorar cada rincón del lugar donde vivía.

Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, escuchó un ruido extraño. Se acercó lentamente y vio a una abuelita sentada junto a un árbol llorando. - ¿Qué te pasa, señora? -preguntó Ana con preocupación.

La abuela levantó la cabeza y miró a la niña con tristeza en sus ojos arrugados. - Estoy muy triste porque mi nieto está enfermo y no puedo hacer nada para ayudarlo -dijo la abuela con voz temblorosa. Ana sintió mucha compasión por la abuela y decidió ayudarla.

Le preguntó cuál era la enfermedad de su nieto y si había alguna forma de curarlo. La abuela explicó que su nieto tenía una enfermedad en el corazón que requería una operación costosa, pero ella no tenía suficiente dinero para pagarla.

Ana tuvo una idea brillante. Recordó que su mamá siempre le hablaba sobre las habilidades especiales que tenía su abuela para hacer tejidos hermosos.

Decidió organizar un mercado artesanal en el pueblo para vender los tejidos de su abuela y así recolectar dinero para la operación del nieto. Con mucho entusiasmo, Ana fue puerta por puerta invitando a todos los vecinos a participar en el mercado artesanal.

Les contó sobre la situación de la abuela y cómo podían ayudar comprando sus tejidos. El día del mercado llegó y el pueblo estaba lleno de gente. Ana y la abuela estaban emocionadas por la cantidad de personas que se acercaron a comprar los tejidos.

La abuela no podía creer cuánto amor y apoyo recibían de todos. Pero justo cuando pensaban que habían recaudado suficiente dinero, un hombre misterioso se acercó al puesto de la abuela. Tenía una sonrisa amable en su rostro.

- He escuchado sobre tu nieto y quiero ayudar -dijo el hombre-. Soy cirujano cardiaco y puedo operarlo sin costo alguno. La abuela no podía creer lo que estaba escuchando.

Las lágrimas de felicidad llenaron sus ojos mientras agradecía al hombre desconocido por su generosidad. El mercado artesanal fue todo un éxito, pero más importante aún, Ana aprendió una valiosa lección sobre el poder del amor y cómo puede mover montañas.

Aprendió que siempre hay esperanza incluso en las situaciones más difíciles si tenemos fe y nos apoyamos mutuamente. Desde aquel día, Ana visitaba regularmente a la abuela para jugar juntas y escuchar todas las historias maravillosas que tenía para contarle sobre su nieto sano y feliz.

Y así, el amor de una abuela cambió la vida de todos en el pueblo, recordándoles que nunca es demasiado tarde para hacer algo bueno por los demás.

FIN.

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