El miedo al agua superado



Había una vez un gato llamado Simón que vivía en un pequeño pueblo junto a su dueña, Valentina.

Simón era un gato muy curioso y aventurero, pero tenía un gran temor: ¡le tenía miedo al agua! Cada vez que veía una gota de agua caer del cielo o escuchaba el sonido del río cercano, Simón se escondía debajo de la cama o corría hacia el armario más alto de la casa.

No importaba cuánto intentara Valentina animarlo para jugar con el agua, Simón simplemente no podía superar su miedo. Un día, mientras paseaban por el parque, Valentina notó que había algo extraño en el estanque. Había patitos nadando felices y saltando dentro del agua cristalina.

Sin pensarlo dos veces, Valentina decidió llevar a Simón cerca del estanque para ayudarlo a enfrentar sus miedos. Al acercarse al borde del estanque, Valentina tomó a Simón en brazos y lo sostuvo sobre el agua poco profunda.

El corazón de Simón latía tan rápido como un tambor mientras miraba con terror las ondulaciones en la superficie. "Tranquilo, mi querido Simón", le dijo Valentina con voz tranquilizadora. "No tienes nada que temer.

Mira cómo los patitos disfrutan nadando en el agua". Simón cerró los ojos con fuerza e imaginó ser uno de esos valientes patitos. Se sintió inspirado por su coraje y decidió darle una oportunidad al agua.

Valentina soltó suavemente a Simón y él cayó al agua con un pequeño chapoteo. Para su sorpresa, el agua no era tan aterradora como creía. De hecho, se sentía refrescante y suave en su pelaje. Simón comenzó a nadar lentamente, inspirado por los patitos que lo rodeaban.

Se sintió ligero y libre mientras se movía elegante por el estanque. Valentina sonreía de oreja a oreja al ver cómo Simón superaba su miedo.

Pero justo cuando Simón estaba disfrutando de su nueva aventura acuática, una rana saltó desde la orilla del estanque y aterrizó cerca de él. Esto asustó tanto a Simón que salió disparado del agua como un cohete. Valentina corrió tras él y finalmente lo encontró escondido detrás de unos arbustos.

Lo abrazó cariñosamente para calmarlo. "¡Oh, Simón! No te preocupes, fue solo una rana juguetona", dijo Valentina entre risas. "Recuerda que enfrentar nuestros miedos nos hace más fuertes".

Simón miró a Valentina con gratitud y decidió no dejar que ese incidente arruinara sus ganas de explorar el mundo acuático nuevamente. A partir de ese día, Simón comenzó a visitar regularmente el estanque junto a Valentina.

Juntos disfrutaban del sol brillando sobre el agua mientras observaban cómo los patitos nadaban felices. Con cada visita, el temor de Simón disminuía poco a poco hasta que finalmente desapareció por completo.

Ahora podía jugar en charcos después de la lluvia sin ningún problema y disfrutar de los días calurosos sumergiéndose en el estanque. Simón aprendió que enfrentar sus miedos no solo puede ser emocionante, sino también una oportunidad para descubrir nuevas experiencias.

Y así, este gato valiente y aventurero vivió felizmente junto a Valentina, explorando el mundo sin importar los temores que pudieran surgir en su camino.

FIN.

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