El Miedo de Macsimo y la Luz de la Amistad



En un pequeño pueblo llamado Lumilandia, vivía un niño llamado Macsimo. Era un chico como cualquier otro, pero tenía un gran miedo: el miedo a la oscuridad. Todas las noches, cuando el sol se ponía y la luna comenzaba a brillar, Macsimo se metía en su cama tapado hasta la cabeza, temiendo que de debajo de la cama o del armario apareciera algo aterrador.

Un día, mientras trataba de dormirse, escuchó un ruido extraño. "¿Quién anda ahí?"- preguntó con voz temblorosa. Nadie respondió. Se asomó lentamente y vio a su perro Tobi mirándolo con sus grandes ojos. "Solo sos vos, Tobi"-, dijo Macsimo aliviado, pero el miedo no se iba.

Esa noche, decidió que no podía seguir viviendo con miedo. "Necesito hacer algo para enfrentar mi miedo a la oscuridad"-, pensó. Al día siguiente, se armó de valor y salió a buscar ayuda. En su camino, se encontró con su amiga Lola, que siempre sabía cómo alegrar a los demás.

"Hola, Macsimo. ¿Por qué estás tan serio?"- le preguntó ella.

"Lola, tengo un gran miedo a la oscuridad. No sé qué hacer"-, confesó.

"¿Sabés qué, amigo?"-, respondió Lola con una sonrisa. "Podemos enfrentar esos miedos juntos"-.

Así, los dos amigos decidieron crear una 'escuela de valentía' en el patio de su casa. Juntaron a otros niños del barrio y organizaron actividades divertidas para enfrentar sus miedos.

Una noche, cuando todos los niños se reunieron en el patio, Lola dijo: "Esta noche, vamos a hacer un juego. Cada uno de nosotros va a contar algo que le da miedo y, después, vamos a imaginar que somos héroes que pueden vencer esos miedos".

Los niños se sentaron en un círculo, iluminados por las luces de unas linternas. Macsimo comenzó: "Yo le tengo miedo a la oscuridad porque pienso que algo maligno puede aparecer"-. La niña de al lado, Sofía, interrumpió con su voz dulce: "Yo le tengo miedo a los ruidos extraños que escucho por la noche"-.

Uno a uno, los niños compartieron sus miedos. Pero al final, todos se dieron cuenta de que sus temores eran más pequeños cuando se compartían.

"¡Vamos a imaginar que somos valientes aventureros que enfrentan dragones y monstruos!"- exclamó Tobi, con un ladrido fuerte. Entonces los niños comenzaron a jugar. Hicieron ruidos de dragones, se movieron como monstruos, y de repente la oscuridad dejó de parecer aterradora.

A medida que la noche avanzaba, Macsimo sintió que su miedo se desvanecía. "Lo estamos haciendo, estoy sintiendo que puedo enfrentar la oscuridad"-, dijo emocionado. Todos celebraron su valentía y disfrutaron de la compañía.

Esa noche, al llegar a casa, Macsimo se metió en su cama sin taparse la cabeza. Sonrió al recordar lo valiente que había sido. Pronto, el miedo no lo paralizaba; al contrario, lo motivaba a ser más valiente cada día. A partir de ese momento, Macsimo entendió que no estaba solo, y que con amigos a su lado, podría enfrentar cualquier desafío, incluso el más oscuro de todos: su miedo a la oscuridad.

Y así, cada vez que oía un ruido extraño o sentía que la noche se oscurecía, Macsimo sabía que tenía la luz de la amistad para iluminar su camino. Ya no temía a la oscuridad, sino que la miraba con curiosidad y valentía.

FIN.

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