El miedo no tiene poder



Había una vez una señora llamada Florinda que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. A pesar de ser una mujer amable y cariñosa, tenía un gran miedo: el Monstruo Arguus.

Este monstruo era conocido por aterrorizar a todos los habitantes del pueblo, pero nadie sabía cómo se veía realmente. Florinda había escuchado muchas historias sobre el Monstruo Arguus y esto hizo que su miedo creciera día a día.

Se decía que era gigante y feroz, con dientes afilados y garras largas como cuchillos. Algunos decían que podía cambiar de forma para confundir a sus víctimas. Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, Florinda vio algo extraño en la distancia.

Era una sombra oscura moviéndose entre los árboles. Su corazón empezó a latir rápido y su mente se llenó de pensamientos negativos. - ¡Oh no! -exclamó Florinda-. ¡El Monstruo Arguus está cerca! Debo correr a casa.

Florinda salió corriendo hacia su hogar sin mirar atrás. Su miedo la llevó lejos de la realidad y comenzó a evitar salir de casa para no encontrarse con el temido monstruo.

Pero un día, mientras estaba sentada en su jardín, oyó un ruido extraño proveniente de los arbustos cercanos. Estaba tan asustada que cerró los ojos con fuerza y se cubrió las orejas. - No puedo enfrentarme al Monstruo Arguus -murmuró-. Me quedo aquí escondida.

Pero entonces, una pequeña voz le habló desde el arbusto. - Señora Florinda, no tenga miedo. No soy el Monstruo Arguus, soy un niño llamado Tomás. Florinda abrió los ojos y vio a un niño asomándose tímidamente desde los arbustos.

Su corazón se calmó un poco al ver que no era el temido monstruo. - ¿Quién eres tú? -preguntó Florinda con curiosidad. - Soy Tomás, vine a jugar al parque pero me escondí cuando te vi asustada.

¿Por qué tienes tanto miedo? Florinda suspiró y le contó sobre su miedo al Monstruo Arguus y cómo había dejado que ese miedo controlara su vida.

Tomás la miró con ternura y dijo:- Señora Florinda, entiendo que tenga miedo, pero si siempre se queda en casa por temor al Monstruo Arguus, nunca podrá disfrutar de las cosas hermosas que hay afuera. A veces tenemos que enfrentar nuestros miedos para descubrir la verdad detrás de ellos. Las palabras de Tomás resonaron en el corazón de Florinda.

Comenzó a darse cuenta de cuánto se había perdido por culpa del miedo. Decidió tomar valor y enfrentar al Monstruo Arguus una vez por todas.

Al día siguiente, Florinda salió valientemente a la plaza del pueblo sin importarle si el monstruo aparecía o no. Caminaba con paso firme y su sonrisa iluminaba su rostro. Los vecinos la miraban sorprendidos mientras ella disfrutaba del sol y saludaba a todos con alegría.

Pero lo más sorprendente fue que el Monstruo Arguus nunca apareció. Resultó ser solo un rumor, una creación de la imaginación colectiva del pueblo. Florinda se sintió aliviada y liberada de su miedo.

A partir de ese día, decidió vivir su vida sin temores irracionales y disfrutar cada momento al máximo.

Y así, la señora Florinda aprendió una valiosa lección: que el miedo puede paralizarnos si lo dejamos controlar nuestras vidas, pero si nos enfrentamos a él, podemos descubrir que no hay nada que temer realmente.

FIN.

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