El miedo se desvanece



Había una vez un niño llamado Aaroncito que vivía en Bolivia. Era un niño muy inteligente y curioso, pero tenía un gran miedo: el miedo de ir al colegio.

Cada mañana, cuando su mamá le decía "Es hora de ir al colegio", su corazón se llenaba de temor. Aaroncito no entendía por qué sentía tanto miedo.

Sus padres le contaban que el colegio era un lugar maravilloso donde aprendería muchas cosas nuevas y conocería a nuevos amigos, pero él solo veía la oscuridad en esa idea. Un día, Aaroncito decidió visitar el colegio de su hermana mayor, Camila. Quería ver con sus propios ojos si realmente había algo bueno allí. Cuando llegó al colegio, quedó maravillado.

Habían colores por todas partes y risas que resonaban en los pasillos. Al entrar a una sala de clases, vio a una maestra sonriente enseñando matemáticas mientras los niños participaban emocionados.

Aaroncito se acercó tímidamente a la maestra después de la clase y le preguntó: "¿Por qué todos parecen tan felices aquí? Yo tengo mucho miedo de venir al colegio".

La maestra miró a Aaroncito con ternura y le respondió: "Querido Aaroncito, aquí en nuestro colegio nos preocupamos mucho por cada uno de nuestros estudiantes. Tenemos una directora amorosa que nos guía y nos ayuda a crecer como personas. Además, todos los compañeros se apoyan mutuamente".

Aaroncito comenzó a sentirse más tranquilo mientras escuchaba las palabras reconfortantes de la maestra. Decidió pasar más tiempo en el colegio para conocer mejor a los otros niños. Mientras exploraba el patio, vio a un niño llamado Lucas solo en un rincón.

Se acercó y le preguntó si quería jugar con él. Lucas, sorprendido por la amabilidad de Aaroncito, aceptó encantado. Desde ese día, Aaroncito se hizo amigo de muchos niños del colegio. Juntos compartían risas, jugaban y aprendían nuevas cosas.

Ya no sentía miedo de ir al colegio porque sabía que allí encontraría amor y compañerismo. Un día, Aaroncito decidió contarle a su hermana Camila todo lo que había descubierto en el colegio.

Le habló sobre la maestra amable y cariñosa, sobre la directora que siempre estaba dispuesta a escuchar y ayudar, y sobre los amigos que encontró en cada uno de sus compañeros.

Camila sonrió orgullosa ante las palabras de su hermano menor y le dijo: "Aaroncito, me alegra mucho que hayas superado tus miedos. Recuerda siempre que la maldad solo existe donde se lo permiten. Aquí en nuestro colegio hemos decidido ser buenos amigos y cuidarnos unos a otros".

Desde aquel día, Aaroncito dejó atrás sus temores y comenzó a disfrutar plenamente de su experiencia escolar. Aprendió muchas cosas nuevas cada día gracias a su maestra amorosa y pudo compartir momentos felices junto a sus nuevos amigos.

Y así fue como Aaroncito descubrió que el colegio puede ser un lugar maravilloso cuando hay personas buenas dispuestas a enseñar y ayudar. Aprendió que el miedo puede desaparecer cuando se encuentra la empatía y el compañerismo en cada rincón.

FIN.

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