El milagro de la lluvia


Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde siempre hacía mucho calor y nunca llovía. Los habitantes de este lugar estaban tristes porque sus cosechas se estaban marchitando y no tenían agua suficiente para beber.

Un día, llegó al pueblo un misterioso personaje llamado Don Lluvias. Era un hombre alto, con barba blanca y vestido con un impermeable amarillo brillante.

Todos los habitantes del pueblo se reunieron en la plaza para escuchar lo que tenía que decir. Don Lluvias les explicó que había estado viajando por el mundo y había aprendido a hacer llover. Les dijo que podía ayudarlos si todos trabajaban juntos.

Los habitantes del pueblo, emocionados por la posibilidad de tener lluvia nuevamente, aceptaron su propuesta. Don Lluvias les pidió a los niños del pueblo que buscaran sapos en el bosque cercano. Les explicó que los sapos eran muy buenos para atraer la lluvia y necesitaba su ayuda para encontrarlos.

Los niños, llenos de entusiasmo, fueron al bosque sin perder tiempo. En el bosque, los niños encontraron muchos sapos de colores brillantes: verdes, rojos e incluso azules.

Estaban tan emocionados que comenzaron a atraparlos uno tras otro en pequeñas cajas de cartón. Cuando regresaron al pueblo con sus cajas llenas de sapos, Don Lluvias les dijo: "Ahora necesitamos liberar a estos sapos en el río".

Todos se dirigieron hacia el río más cercano y soltaron cuidadosamente los sapos en el agua. A medida que los sapos nadaban río abajo, algo increíble comenzó a suceder. Las nubes grises aparecieron en el cielo y empezaron a formarse rayos y truenos.

Luego, la lluvia comenzó a caer suavemente sobre Villa Esperanza. Los habitantes del pueblo estaban extasiados de alegría mientras las gotas de lluvia refrescaban sus rostros. Los campos se volvieron verdes nuevamente y las cosechas comenzaron a crecer con fuerza.

Don Lluvias les explicó que los sapos liberados en el río habían llamado la atención de las nubes y habían traído la tan anhelada lluvia al pueblo. Todos estaban asombrados por el poder de los pequeños sapos.

Desde ese día, Villa Esperanza nunca volvió a tener sequías. Cada vez que necesitaban lluvia, los niños salían al bosque en busca de sapos para liberarlos en el río. El pueblo aprendió una valiosa lección sobre trabajar juntos y cuidar de la naturaleza.

Comprendieron que cada pequeña acción podía tener un impacto significativo en su comunidad. Y así, gracias a la ayuda de Don Lluvias y los pequeños sapos, Villa Esperanza se convirtió en un lugar próspero donde siempre había suficiente agua para todos.

Y cada vez que llovía, los habitantes del pueblo recordaban cómo una simple idea había cambiado sus vidas para siempre.

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