El Milagro de la Varita Mágica



Era una tarde gris y aburrida en la casa de Cenicienta. Mientras las cenizas del hogar llenaban el aire y su madrastra le ordenaba limpiar, ella soñaba con un mundo mejor. "Si tan solo pudiera ir al baile, sería el día más feliz de mi vida" - suspiró Cenicienta mientras pensaba en cómo la luna brillarían esa noche.

De repente, un destello iluminó la habitación. Un hada mágica apareció, con una varita que brillaba como mil estrellas. "¡Hola, Cenicienta! Soy tu Hada Madrina. He venido a ayudarte a hacer realidad tu sueño" - exclamó, sonriendo.

Cenicienta estaba boquiabierta. "¿De verdad? ¿Puedo ir al baile?" - preguntó con los ojos llenos de esperanza.

"Por supuesto, solo necesito tu confianza y algo de magia" - respondió el hada mientras agitaba su varita. En un instante, la ropa vieja de Cenicienta se convirtió en un hermoso vestido de gala. "Ahora, solo falta el transporte" - añadió el hada, y un calabaza se transformó en una espléndida carroza.

"¡Es increíble!" - dijo Cenicienta, danzando por la habitación.

"Pero recuerda, debes volver antes de la medianoche, pues la magia se desvanecerá" - advirtió el hada.

Cenicienta asintió, su corazón latía con emoción mientras modificaba su peinado y se miraba por última vez en el espejo.

Esa noche, en el baile, Cenicienta se convirtió en la estrella. Todos la admiraban, incluso el príncipe, quien no podía quitarle los ojos de encima. "¿Quién es esa misteriosa joven?" - se preguntaba.

Pero el tiempo pasaba rápido y, al escuchar la campanada de la primera medianoche, Cenicienta se sintió nerviosa. "¡Debo irme!" - exclamó y, en su apuro, perdió uno de sus zapatos.

El príncipe quedó devastado al ver que había desaparecido, y decidió que buscaría a la dueña del zapato perdido. Mientras tanto, Cenicienta, de vuelta en casa, sentía que algo no estaba bien.

"¿Por qué fui tan impulsiva?" - lloró cuando vio su vestido convertido nuevamente en trapos.

"Cenicienta, quiero contarte algo" - dijo el Hada Madrina, apareciendo de nuevo. "La verdadera magia no está en los vestidos o las carrozas. Está en tu interior, en tu amor por ti misma y por las decisiones que tomas. Si el príncipe es el indicado, te encontrará por quién sos, no solo por un zapato. "

Cenicienta comprendió que era más que un vestido hermoso. Era gentil, valiente, y tenía una luz propia. Con renovada confianza, decidió esperar.

Unos días después, el príncipe llegó al hogar de Cenicienta. "¿Eres tú la dueña de este zapato?" - preguntó. Cenicienta bajó la mirada, sintiéndose un tanto asustada, pero luego levantó la vista. "No soy solo el zapato, soy también mis sueños y mi corazón" - respondió con seguridad. Al oírla, el príncipe sonrió. "Esa es la verdadera riqueza que busco".

Pronto, Cenicienta y el príncipe se hicieron muy amigos. Juntos aprendieron sobre la importancia de ser siempre uno mismo.

Cenicienta comprendió que la magia real reside en la autoaceptación y el valor de ser auténtico. Con cada paso que daba, brillaba aún más que antes.

A partir de ese día, Cenicienta nunca dejó de soñar y siempre mantuvo su corazón abierto. Y aunque el Hada Madrina ya no estaba, su magia vivía en su interior, afectando positivamente a todos los que la rodeaban.

FIN.

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