El milagro en Capernaum



En un lejano pueblo de Galilea, un hombre llamado Simón vivía con su hijo Tomás. Simón era un pescador humilde pero trabajador, y Tomás, un niño alegre y curioso. Un día, mientras Simón estaba en el mercado, Tomás enfermó repentinamente. Simón, preocupado, llevó a su hijo al curandero del pueblo, pero nada parecía ayudar a mejorar la salud de Tomás.

Desesperado, Simón decidió salir en busca de ayuda. Escuchó hablar de un hombre sabio y bondadoso llamado Jesús que realizaba milagros en los pueblos cercanos. Sin dudarlo, Simón tomó a Tomás en sus brazos y emprendió un largo viaje hacia Capernaum, donde se decía que Jesús se encontraba.

Llegaron a Capernaum y se dirigieron hacia la plaza del pueblo, donde la multitud se reunía alrededor de Jesús. Simón se acercó y le suplicó: "Señor, mi hijo está enfermo. Por favor, ayúdalo." Jesús, con su mirada llena de compasión, le dijo a Simón que su fe traería salud a su hijo. Simón, con esperanza renovada, regresó a su casa.

Mientras Simón y Tomás descansaban en su humilde morada, algo extraordinario sucedió. Tomás, antes pálido y débil, se levantó repentinamente, con una energía renovada y un brillo en sus ojos. Simón no podía creer lo que veía. Tomás le explicó maravillado que mientras descansaba, sintió una fuerza cálida y reconfortante que lo envolvía, sanando su cuerpo.

Simón, lleno de gratitud, regresó a la plaza de Capernaum para agradecer a Jesús. Jesús le recordó que la fe tiene el poder de sanar y que el amor puede superar cualquier aflicción. Simón y Tomás aprendieron que, incluso en los momentos más oscuros, el amor y la esperanza nunca deben perderse. Juntos, regresaron a su hogar, llevando consigo el milagro que transformó sus vidas para siempre.

FIN.

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