El misterio de Estrellita



Había una vez una niña llamada Lucía, a quien le encantaba mirar las estrellas todas las noches desde su jardín. Un día, invitó a su mejor amigo Tomás a unirse a ella en esta mágica aventura nocturna.

- ¡Tomás, ven rápido! ¡Las estrellas están más brillantes que nunca esta noche! - exclamó Lucía emocionada. Tomás llegó corriendo y se acostó junto a Lucía en el pasto, mirando fijamente el cielo estrellado.

Juntos comenzaron a imaginar figuras y formas en las constelaciones. - Mira, esa estrella allí parece un corazón brillante - dijo Tomás señalando al cielo. - Y aquella parece un caballito galopando velozmente - respondió Lucía riendo.

De repente, vieron una estrella fugaz cruzar el firmamento y cerraron los ojos para pedir un deseo en silencio. Cuando los abrieron de nuevo, algo increíble sucedió: la estrella fugaz se detuvo ante ellos y se convirtió en una hada pequeñita con alas resplandecientes.

- ¡Hola queridos amigos! Soy Estrellita, la guardiana de las estrellas. He oído sus deseos y he venido para concederles uno especial - dijo el hada con voz melodiosa. Lucía y Tomás se miraron asombrados, sin poder creer lo que veían sus ojos.

Estrellita les explicó que podían hacer un pedido cada uno y ella haría todo lo posible por hacerlo realidad. - Yo quiero ser astronauta y viajar al espacio para descubrir nuevos planetas - expresó Lucía con determinación.

- Y yo quiero ser científico para inventar cosas sorprendentes que ayuden a la gente - agregó Tomás con entusiasmo.

Estrellita sonrió ante los nobles deseos de los niños y les dio un par de amuletos brillantes como símbolo de su compromiso con esos sueños. Les recordó que debían estudiar mucho, trabajar duro y nunca perder la esperanza, ya que solo así podrían lograr todo lo que anhelaban.

Después de despedirse con cariño, Estrellita volvió a convertirse en una estrella fugaz e iluminó el cielo mientras desaparecía en la distancia.

Lucía y Tomás se quedaron maravillados por lo ocurrido aquella noche tan especial e hicieron una promesa de perseguir sus sueños juntos, apoyándose mutuamente en cada paso del camino hacia el futuro incierto pero lleno de posibilidades. Desde entonces, todas las noches seguían observando las estrellas desde su jardín con renovada esperanza y determinación.

Sabían que aunque fueran solo dos pequeños niños bajo un inmenso cielo estrellado, tenían dentro de sí mismos el poder para alcanzar las estrellas más altas si creían en ellos mismos y trabajaban arduamente por sus sueños.

FIN.

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