El Misterio de la Alegría Perdida



Era una hermosa mañana en el bosque de Colores, donde los árboles brillaban en tonos verdosos y las flores lucían sus mejores pétalos. En este mágico lugar vivía un pequeño pajarito llamado Lolo. Lolo era conocido en todo el bosque por su hermoso canto, pero, últimamente, algo no andaba bien; ya no cantaba como antes.

Una mañana, mientras Lolo observaba a sus amigos jugar, se acercó su mejor amiga, la conejita Lila.

"Lolo, ¿por qué no cantás más? Tu música hace feliz a todos."

"No lo sé, Lila. Siento que mi alegría se ha perdido y no sé cómo volver a encontrarla."

Lila se preocupó. Entonces, decidió ayudar a Lolo a encontrar su alegría perdida.

"¡Vamos a hacer un recorrido por el bosque y a ver si encontramos lo que te hace feliz!" propuso Lila.

Lolo asintió y juntos comenzaron su aventura. Primero, visitaron a la tortuga Tomás, que siempre tenía una historia divertida.

"Tomás, ¡Lolo ha perdido su alegría! ¿Tenés alguna idea sobre cómo recuperarla?" preguntó Lila.

"Tal vez si recordás momentos felices, Lolo, podés volver a encontrar esa alegría," respondió Tomás, muy pensativo.

Lolo intentó recordar, pero solo le venía a la mente la imagen de su canto apagado. Decepcionados, siguieron su camino. En su recorrido, se encontraron con la ardillita Sofía, quien estaba recolectando nueces.

"Sofía, ¿qué es lo que más te hace feliz?" preguntó Lila.

"¡Jugar con mis amigos y comer nueces!" exclamó Sofía.

"¡Tal vez deberíamos divertirnos juntos!" sugirió Lolo, sintiendo una pequeña chispa de alegría.

Juntos jugaron al escondite y Lolo sintió que su corazón sonreía un poco más. Sin embargo, la tristeza seguía presente, así que decidieron visitar al búho Sabio, que vivía en la parte más alta del bosque.

"Sabio, Lolo no puede encontrar su alegría. ¿Podés ayudarnos?" preguntó Lila con esperanza.

"La alegría no es algo que se pueda buscar afuera. A veces, está justo aquí dentro," dijo Sabio señalando su corazón.

Los tres meditaron sobre las palabras del búho. Lolo recordó su lindo nido, los días de sol, y el sabor de sus semillas favoritas. Sin embargo, seguía sin encontrar el canto que lo hacía feliz.

"Tal vez debamos intentar algo nuevo. ¿Qué tal si hacemos algo diferente?" sugirió Lila, entusiasmada.

Entonces, Lila propuso tener un recital con la ayuda de los demás habitantes del bosque. Todos se pusieron manos a la obra. La tortuga Tomás relató su historia divertida, Sofía hizo malabares con sus nueces y cada uno mostró su talento.

Cuando llegó el momento de que Lolo cantara, el pequeño pajarito sintió un nudo en el estómago. Pero antes de que comenzara, su amigo Bicho, el pequeño insecto, le susurró al oído:

"Cantar es compartir lo que llevás dentro. No es solo sobre la melodía, sino sobre el corazón."

Lolo tomó una respiración profunda y comenzó a cantar. Al principio su canto fue tímido, pero luego empezó a fluir. Cada nota lo llenaba un poco más de alegría. Y al final, el bosque estalló en aplausos y risas.

"¡Bravo, Lolo!" gritó Lila.

"¡Qué hermoso canto!" añadió Sofía.

Lolo sonrió, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que su corazón estaba lleno de alegría.

"Gracias, chicos. No sabía que podía encontrar alegría ayudando a otros. Mi canto está de vuelta porque compartí mi felicidad con ustedes!" exclamó Lolo, brillando con una nueva luz.

Desde ese día, Lolo no solo cantó en solitario, sino que continuó creando momentos felices junto a sus amigos, recordando que la alegría se encuentra en la experiencia compartida y en el amor que construimos. Y así, el bosque de Colores resplandece aún más fuerte con risas y melodías, llenos de la magia de la amistad.

FIN.

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