El Misterio de la Amistad



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía un chico llamado Lucas. Lucas tenía diez años y le encantaban los dinosaurios, los libros de aventuras y las nubes en el cielo. Pero había un problema: Lucas se sentía muy solo. Aunque en el colegio había muchos chicos, él nunca se animaba a jugar con ellos, y eso lo ponía triste.

Un día, mientras paseaba por el parque, vio a dos amigas jugando al fútbol. Eran Sofía y Valentina, dos chicas que siempre sonreían y se divertían juntas. Lucas las miraba desde lejos, sintiéndose como un observador en su propio mundo.

-“Che, mirá esos dos chicos, ¿no tienen ganas de venir a jugar? ”- dijo Sofía.

- “No sé, Sofi, parece que no quiere jugar.”- respondió Valentina.

Sofía decidió que no podía dejar a Lucas solo. Entonces, corrió hacia él con una gran sonrisa.

- “Hola, ¿te gustaría unirte a nosotras? Estamos jugando al fútbol.”- le preguntó Sofía con entusiasmo.

Lucas, sorprendido por la invitación, balbuceó:

- “Yo… no sé jugar muy bien.”-

- “No importa, vení! Te enseñamos. ¡El fútbol es para divertirse! ”- lo animó Valentina, acercándose también.

Lucas se sintió un poco más animado y aceptó la invitación. Pasaron la tarde correteando y riendo juntos. Al final, Lucas se dio cuenta de que no se sentía solo en absoluto. ¡La amistad era realmente especial!

Los días pasaron y Lucas comenzó a jugar con Sofía y Valentina casi todos los días. Juntos también descubrieron pasatiempos como la pintura en acuarela y el modelado con arcilla. Un día, mientras pintaban un mural en el parque, Sofía notó que Lucas tenía unas ideas brillantes.

- “Lucas, tus ideas son geniales. ¿Por qué no compartís tus dibujitos con más chicos? Podríamos hacer un club de arte.”- sugirió Sofía.

Lucas se quedó pensativo y contestó:

- “No sé si les va a interesar.”-

- “Dale, probemos. ¡Nadie se va a sentir solo si estamos todos juntos! ¿No te parece? ”- dijo Valentina.

Entonces, las chicas organizaron una reunión en el parque e invitaron a todos sus compañeros. El día llegó y fue un poco aterrador para Lucas. Muchos niños estaban jugando y corrían, pero se armó un círculo donde todos podían participar.

- “¡Estamos formando un club de arte! ¡Traigan sus materiales! ”- gritó Sofía.

El entusiasmo fue contagioso. Pronto, varios chicos se acercaron y comenzaron a dibujar y a reír. Lucas se sintió sorprendido al ver cuántos amigos nuevos conoció y lo feliz que estaba.

Poco a poco, Lucas se animó y mostró sus dibujos. Todos lo escucharon con atención, y su confianza creció. En una esquina del parque, una idea brillante cruzó su mente.

- “¿Y si hacemos una exposición con todas nuestras obras? ”-

Valentina sonrió:

- “¡Eso sería espectacular! ”-

La idea les entusiasmo tanto que se pusieron manos a la obra. Con el apoyo de todos, organizaron una exposición en el parque y pintaron el entorno con colores vibrantes. Aquél fue el día más feliz de Lucas. Su corazón estaba lleno de alegría y nuevas amistades.

Sin embargo, un giro inesperado llegó cuando un grupo de chicos, que siempre habían sido un poco burlones con Lucas, llegó al parque. Sofía y Valentina acobardadas intentaron interceder, pero los chicos comenzaron a hacer comentarios despectivos sobre el nivel artístico de Lucas.

- “¿Qué hacen aquí, pintores de la mancha? ”- se rieron los bravucones.

Por un instante, Lucas sintió que su alegría se desvanecía. Pero entonces Sofía y Valentina se acercaron a su lado y lo apoyaron.

- “¡Basta! No importa lo que digan. Todos podemos hacer arte a nuestra manera.”- dijo Valentina.

Lucas respiró hondo y, en lugar de enojarse, decidió tomar el control de la situación.

- “Escuchen, si quieren, pueden probar a pintar también. ¡Hagamos una competencia amistosa! ”-

Los chicos bravucones, sorprendidos por la respuesta de Lucas, se quedaron callados por un momento. Luego, uno de ellos se acercó.

- “Bueno, quizás podamos intentarlo…”-

Al final, terminó convirtiéndose en una jornada divertida donde todos, incluso los que habían sido burlones, se juntaron a crear arte al aire libre. Lucas, Sofía y Valentina demostraron que la magia de la amistad podía transformar cualquier situación.

Desde ese día, Lucas no se sintió más solo. Aprendió que a veces hay que dar el primer paso y, con un poco de apoyo, se pueden abrir nuevas puertas a la amistad.

Con cada paso que daban juntos, el arcoíris en su corazón se hacía más brillante, y así, el pequeño club de arte se convirtió en un hermoso rincón de felicidad.

FIN.

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