El Misterio de la Amistad y el Amor
Era una hermosa mañana en el pequeño pueblo de Entre Ríos, donde Soles Sonegan, una niña curiosa de diez años, se despertó llena de energía. Le encantaba el sol que entraba por la ventana y los pájaros que cantaban en el jardín. Pero lo que más le gustaba era pasar tiempo con su hermana mayor, Luli.
Luli, con sus catorce años, era la mejor amiga de Soles. Juntas hacían todo: jugaban, pintaban y soñaban con aventuras. Sin embargo, había algo en la relación de Luli con César, su novio, que empezaba a inquietar a Soles. Desde que César apareció en sus vidas, Luli pasaba mucho más tiempo con él.
"Luli, ¿hoy vas a salir con César?" - preguntó Soles al desayunar.
"Sí, Sol! Vamos a dar una vuelta por el parque" - respondió Luli con una sonrisa.
Soles sintió un nudo en la panza. No quería que su hermana se fuera. "Quiero que todos juguemos juntos, como antes". Así que decidió seguirlas, queriendo entender por qué Luli parecía tan feliz con César y no con ella.
Al llegar al parque, Soles se escondió detrás de un árbol y observó. Vio a Luli y César riéndose, compartiendo secretos y miradas cómplices. Unos minutos después, se dio cuenta de que César tomó la mano de Luli.
"¿Qué estarán haciendo?" - pensó Soles y sintió una pequeña punzada de celos.
De repente, escuchó algo que la hizo sobresaltarse. Era una conversación entre Luli y César:
"Me encanta estar contigo, me haces sentir especial" - decía Luli.
"Yo también, eres perfecta para mí" - respondió César.
Soles no entendía. Idealizó a su hermana como la persona más importante, y no sabía cómo encajar a César en su vida. Así que, con el corazón apesadumbrado, regresó a casa.
Esa noche, Soles no podía descansar.
"¿Qué me pasa?" - se preguntaba. "No quiero perder a Luli..." - pensó mientras daba vueltas en su cama.
A la mañana siguiente, tomó una decisión. Necesitaba hablar con Luli. Durante el almuerzo, se armó de valor y le preguntó:
"Luli, ¿te gusta mucho César?"
"Sí, Sol, es muy especial para mí. Pero tú también lo eres, siempre serás mi hermana menor" - respondió Luli.
"¿Y qué pasa si tengo celos?" - Soles dijo, frunciendo el ceño.
Luli la miró con ternura y le puso una mano en el hombro.
"Soles, tú siempre serás importante en mi vida. No quiero que pienses que por tener un novio, necesito dejarte de lado. Las relaciones suelen tener diferentes formas, y eso no significa que nuestra conexión cambie" - explicó Luli con cariño.
"Pero a veces siento que no estoy incluida..." - confesó Soles, sintiéndose vulnerable.
"¿Por qué no lo invitas a jugar a la plaza todos juntos? Así podemos ser todos amigos." - sugirió Luli.
Soles pensó que era una buena idea. Así que decidió invitar a César a jugar con ellas. Al final, César resultó ser un chico muy amable. Le encantaba jugar a la pelota y se rió de las ocurrencias de Soles.
En un momento, mientras jugaban, Luli se acercó a Soles:
"¿Ves? Hay lugar para todos, Soles. Cualquiera puede hacerse un espacio en tu corazón" - le dijo con confianza.
Soles sonrió, sintiendo que su hermana tenía razón. A partir de ahí, Luli y César le hacían propuestas para salir a hacer cosas juntos, y esas actividades se volvieron momentos especiales que compartían entre los tres.
Pasó el tiempo y Soles aprendió que el amor tiene muchas formas, y que su hermana, aunque tuviese un novio, nunca la dejaría sola. La amistad y el amor pueden coexistir, convirtiendo a todas sus conexiones en fortalezas del corazón.
Con el tiempo, Soles y César se hicieron buenos amigos, y su hermana Luli nunca dejó de ser su gran compañera y confidente. Aprendió que en lugar de sentir celos, podía abrir su corazón y dar la bienvenida a nuevas amistades. Juntos, formaron un lugar donde el amor y la amistad brillaban más que nunca, como los primeros rayos del sol en el amanecer. Así, Soles, Luli y César demostraron que, a veces, la mejor forma de enfrentar los celos es unir fuerzas y compartir momentos juntos.
Y con una sonrisa, Soles se dio cuenta de que no había razón para temer, porque siempre habría lugar para el amor y la amistad en su vida.
FIN.