El Misterio de la Biblioteca Encantada



En un rincón vibrante de la ciudad, se encontraba el Colegio José Domingo Boscan, un lugar donde la risa de los niños resonaba en los pasillos como una melodía alegre. Sin embargo, detrás de esa alegría, había un pequeño misterio que intrigaba a todos: la antigua biblioteca del colegio.

La biblioteca estaba llena de libros polvorientos y rincones oscuros donde los niños apenas se aventuraban. Se decía que, por las noches, los libros se movían solos y que susurros de cuentos olvidados podían escucharse en el silencio. Pero nadie se atrevió a investigarlo... hasta que un grupo de amigos decidió tomar cartas en el asunto.

"Che, ¿no les parece raro que nadie quiera venir a la biblioteca?" - preguntó Sofía, una niña curiosa con rulos y una sonrisa deslumbrante.

"Sí, es como si tuviera un secreto..." - confirmó Tomás, mientras ajustaba sus gafas. "¿Y si armamos un plan para descubrir qué pasa allí?"

Samuel, el más aventurero del grupo, añadió: "¡Sí! ¡Vamos esta tarde!"

Así fue como, después de clases, Sofía, Tomás, Samuel y su amiga Lucía se encontraron en las puertas de la biblioteca. La luz del atardecer se filtraba tímidamente a través de las ventanas empolvadas. Con una mezcla de emoción y miedo, empujaron la puerta que chirrió ominosamente.

"Espera!" - dijo Lucía, un poco asustada. "¿No deberíamos pensar en un plan?"

"Claro," - intervino Samuel, con el brillo de la aventura en sus ojos. "Cada uno explorará un rincón diferente. Nos encontramos aquí en veinte minutos y compartimos lo que encontramos. ¡Listos!"

Con un último intercambio de miradas decididas, el grupo se dispersó. La biblioteca estaba atestada de estanterías cargadas de libros que parecían murmurar entre ellos. Sofía se acercó a un libro de tapas doradas en la esquina más oscura.

"¿Qué tenés ahí?" - preguntó Tomás al acercarse.

"¡Mirá! Este libro se llama 'El Guardián de las Historias'." - exclamó Sofía emocionada. Al abrirlo, sintieron un ligero temblor en el aire.

"¡Escuchen esto!" - Sofía leyó en voz alta: "Los cuentos son mundos donde los sueños cobran vida. Pero para encontrar el tesoro escondido, deben unir sus voces y resolver el acertijo que guarda el viejo roble del patio."

"Un acertijo... eso suena a una aventura real!" - dijo Samuel, saltando de alegría. "¿Qué estamos esperando? Vamos al patio y descubramos qué es eso del roble."

Al llegar al patio, el viejo roble los miraba imponente, sus ramas extendidas como brazos abiertos. Se acercaron a su base, donde encontraron grabadas unas palabras.

"¿Qué dice?" - preguntó Lucía, inclinándose mientras leía en voz alta: "Si en su interior desean hallar el oro, respondan sin dudar, ¿qué vuela de noche y nunca se posa?"

"¡Es el murciélago!" - gritó Tomás emocionado por resolver el acertijo. Tan pronto como lo dijo, las raíces del roble comenzaron a moverse, revelando un pequeño cofre dorado tapado con hojas.

"¡Lo logramos!" - exclamó Sofía mientras abría el cofre. Dentro había un montón de lápices de colores y cuadernos con historias en blanco. "Esto es increíble... son herramientas para soñar y crear... ¡histórias!"

El grupo se miró emocionado, y en ese instante, comprendieron que el verdadero tesoro no era el cofre, sino la amistad y la creatividad que habían despertado en ellos.

"¿Hacemos una historia juntos?" - sugirió Lucía. Todos asintieron entusiasmados, y así, en el cálido abrazo del viejo roble, comenzaron a escribir su propia historia, donde la risa y la magia nunca se detendrían.

Así, el misterio de la biblioteca encantada se desvaneció esa tarde, y la risa de los niños resonó con aún más fuerza, llenando la escuela de nuevas aventuras que, al igual que los libros, nunca se detendrían.

FIN.

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