El Misterio de la Biblioteca Olvidada



Era una mañana fresca de primavera cuando el Colegio San Patricio volvió a abrir sus puertas después de años de estar cerrado. Los alumnos estaban emocionados pero también un poco asustados. El colegio tenía un pasado tenebroso; se decía que varios estudiantes habían desaparecido en el pasado, lo que había llevado al cierre del lugar.

Un grupo de 13 amigos, Pablo, Valentina, Lucas, Sofía, Nicolás, Camila, Mateo, Agustina, Tomás, Julieta, Ricardo, Ana y Daniel, decidieron aventurarse y explorar cada rincón. Mientras caminaban por los pasillos, escucharon un rumor sobre una biblioteca secreta.

"-¿Escucharon eso? Dicen que hay una biblioteca oculta en el colegio. Ya quiero encontrarla!" dijo Camila, con los ojos llenos de emoción.

"-Sí, pero ¿y si hay fantasmas?" contestó Sofía, con un tono de preocupación.

"-Vamos, Sofi. No seamos miedosos!" exclamó Nicolás.

Los amigos siguieron investigando. Después de muchos intentos, encontraron una puerta antigua cubierta de polvo en un rincón olvidado. Con un empujón, la puerta se abrió y reveló una biblioteca repleta de libros polvorientos y estanterías altas.

"-¡Miren!" gritó Valentina, señalando una sección que parecía estar dedicada a desapariciones. El grupo se acercó y empezaron a hojear los libros.

"-Cada uno de estos relatos habla de un caso que nunca se resolvió. Quizás podamos ayudarlos a descubrir qué pasó," sugirió Pablo, mientras leía un título intrigante.

Emocionados por la idea de convertirse en detectives, decidieron investigar el primer caso que encontraron: la misteriosa desaparición de un niño llamado Mateo hace más de 50 años.

"-Vamos a reunir pistas!" propuso Tomás, que siempre había soñado con ser detective. Tras investigar el colegio y sus alrededores, descubrieron que Mateo había sido visto por última vez en el jardín.

"-Tal vez se escondió para jugar y se perdió en el bosque!" sugirió Ana.

Así, el grupo se dividió en parejas para buscar en el jardín. Mientras buscaban, la curiosidad de navegar por el bosque los llevó a descubrir un viejo árbol con un agujero en su tronco. "-Miren, ¡aquí hay algo!" gritó Ricardo mientras sacaba un viejo diario desgastado.

Todos se acercaron para escuchar lo que había escrito Mateo:

"-Me gusta jugar a las escondidas aquí, pero siempre me siento un poco solo..." leyó Agustina en voz alta.

Con esa pista, decidieron que el próximo paso era investigar si alguna vez había habido un evento en el colegio ese día. Después de revisar más libros, encontraron una foto de una fiesta de fin de año en el colegio donde Mateo había estado. En la foto, se veían unos amigos jugando en el jardín.

"-¿Y si esos amigos fueron los últimos que lo vieron?" intervino Lucas. "Quizás ellos sepan algo."

Interesados en seguir la pista, decidieron buscar a las familias de los amigos de Mateo. Sin embargo, todos eran mayores o ya no vivían en la ciudad. Con este nuevo obstáculo, el grupo se sintió un poco desanimado.

"-No podemos rendirnos ahora!" exclamó Julieta. "Esto es una aventura, y ya hemos llegado tan lejos."

Fue así que continuaron buscando pistas en la biblioteca. Se encontraron con testimonios sobre otros desaparecidos y notaron que se repetía una curiosa coincidencia: el día de las desapariciones, todos habían estado en el jardín del colegio.

"-¿Y si el jardín es el lugar donde se guarda el secreto?" pensó Mateo y todos estuvieron de acuerdo.

Decidieron investigar más en el jardín y al caer la tarde encontraron un viejo columpio que parecía fuera de lugar, la soga desgastada apuntaba a un rincón escondido.

"-¡Miren, ahí hay un ladrillo suelto!" gritó Daniel. Al removerlo, encontraron un mensaje grabado: "No olviden a quienes buscan. Siempre habrá esperanza."

Finalmente, tras mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron conectar todas las pistas. No solo habían resuelto el caso de Mateo, sino que también descubrieron que muchos en el colegio tenían historias que contar y que, a través de su trabajo, pondrían fin a años de preguntas sin respuestas.

Así, el grupo no solo se volvió más unido, sino que también aprendió la importancia de la perseverancia, la amistad y que, a veces, los secretos oscuros sólo necesitan un poco de luz. Juntos, decidieron seguir investigando otros casos en la biblioteca, convirtiéndose en los jóvenes detectives del Colegio San Patricio.

FIN.

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