El Misterio de la Bruja del Bosque



En un pequeño pueblo, al borde de un frondoso bosque, vivía un niño llamado Tomás. Tomás era curioso y valiente, siempre soñando con aventuras entre los árboles y las cascadas que susurraban historias antiguas. Un día, mientras jugueteaba bajo el sol, decidió explorar el bosque. En su camino, se encontró con una cometa colorida atrapada en las ramas de un árbol. – ¡Hola, pequeña cometa! – dijo Tomás. – ¿Te gustaría volar de nuevo?

Con mucho cuidado, Tomás logró liberar la cometa. Con un fuerte soplo de brisa, la cometa se elevó alto, danzando en el aire. – Gracias, niño! – gritó la cometa, llena de alegría. – ¿Por qué no vienes conmigo a jugar en el cielo? Pero Tomás solo sonrió y siguió su camino, aumentando su emoción por descubrir más.

Mientras avanzaba, escuchó un murmullo, como el de una cascada, pero a lo lejos. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde la luz del sol brillaba a través de las hojas. Allí, vio a un grupo de animales: un conejo, un zorro y un búho conversando. – ¡Hola! – saludó Tomás. – ¿Qué hacen aquí tan juntos?

El búho, siempre sabio, respondió: – Estamos preparando una fiesta, pero hay algo que nos preocupa. – ¿Qué es? – preguntó Tomás, interesado. – Se dice que una bruja vive en el bosque y que ha llenado de miedo a los habitantes con sus trucos. Nadie se atreve a acercarse a ella.

Tomás, con su corazón valiente, dijo: – No podemos dejar que el miedo controle nuestras vidas. ¡Debemos unirnos y enfrentar a la bruja!

Los animales lo miraron con sorpresa y un poco de miedo. – ¿Y si nos atrapa? – preguntó el conejo.

– Lo importante es que estemos juntos – respondió Tomás. – La unión hace la fuerza. ¡Vamos!

Con determinación, el grupo se adentró más en el bosque. Mientras caminaban, la lluvia empezó a caer. Pero en lugar de desanimarse, Tomás sonrió. – ¡Miren! – exclamó, señalando el arcoíris que se formaba en el cielo. – La lluvia nos trae cosas hermosas.

De repente, notaron una figura oscura en la distancia. Era la bruja. Tomás sintió un escalofrío, pero no se dio por vencido. – ¡Hola! – gritó valientemente. – No venimos a pelear, solo queremos entender por qué asustás a los demás.

La bruja, sorprendida, los miró con curiosidad. – ¿Y si no soy lo que piensan? – preguntó.

Los animales se miraron, llenos de duda. Pero Tomás, siempre optimista, contestó: – Te escuchamos. A veces, los miedos se construyen por malentendidos.

La bruja suspiró. – Hace mucho tiempo, un hechizo me dejó triste y sola. Al ver su miedo, decidí protegerme. Pero no sabía que eso sólo los alejaba.

Tomás se acercó más, con una sonrisa. – Todos sentimos miedo. Pero juntos, podemos enfrentarlo. ¿Qué te parece si celebramos la alegría en lugar del miedo?

Los ojos de la bruja se iluminaron. – ¿Celebrar? – preguntó.

– ¡Sí! Con música, bailes y risas! – contestó Tomás. Los animales comenzaron a bailar, y poco a poco, la bruja se unió. Las risas resonaron en el bosque, y la alegría borró el miedo.

El atardecer tiñó el cielo con colores cálidos, y, al final del día, la bruja y Tomás se convirtieron en amigos. – Gracias por mostrarme que no todo es oscuridad – dijo la bruja.

Tomás sonrió y comenzó a planear futuras aventuras junto con sus nuevos amigos. – En lugar de miedo, elegiremos la unión y la alegría en cada nueva historia.

Así, en el bosque, donde antes había miedo, se escucharon risas, vivieron nuevas aventuras y, gracias a la valentía de un simple niño, los corazones se unieron en una gran amistad.

FIN.

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