El Misterio de la Casa Embrujada
Era un día soleado cuando Dana, una perrita juguetona, y su amigo Negris, un travieso gato negro, decidieron explorar el vecindario. Habían escuchado rumores sobre una casa antigua que, según decían, estaba embrujada. La curiosidad les invadió, y aunque un poco asustados, se acercaron a la misteriosa casa.
"¿Viste qué grande es?" - dijo Dana, mirando la casa llena de enredaderas y ventanas polvorientas.
"Sí, parece de una película de terror, pero también podría ser una gran aventura" - respondió Negris, con un brillo travieso en sus ojos.
Tomando valor, cruzaron la puerta que chirrió al abrirse.
Dentro, había un ambiente oscuro, lleno de sombras que danzaban. Se escuchaba un leve susurro, pero ambos amigos siguieron avanzando. En la entrada, encontraron un viejo espejo cubierto con una telaraña.
"¿Te imaginas qué historias podrá contar este espejo?" - preguntó Dana, mientras miraba su reflejo.
"Tal vez puede mostrar lo que ocurrió en esta casa" - sugirió Negris, intrigado.
De repente, el espejo empezó a brillar, y una imagen se formó. Era la historia de una familia que había vivido ahí, con risas y juegos. Pero un día, se marcharon por razones misteriosas. Dana y Negris se miraron, triste por esa historia olvidada.
"Quizás la casa no es realmente embrujada, solo está triste porque necesita compañía" - comentó Dana, tocando suavemente el marco del espejo.
"¿Y si le traemos alegría?" - propuso Negris, emocionado.
Decidieron hacer algo especial para la casa. Juntos buscaron cosas brillantes, como piedras coloridas, hojas doradas y flores frescas. Fueron llenando la casa con todas esas maravillas.
Mientras decoraban, empezaron a escuchar risas, ecos de felicidad que resonaban como si la casa estuviera agradecida. La oscuridad fue desapareciendo, y un suave brillo empezó a iluminar cada rincón.
"¡Mirá esto!" - exclamó Dana, al descubrir un viejo piano en una esquina.
"¡Vamos a tocar algo!" - contestó Negris.
Juntos comenzaron a tocar melodías alegres. La música llenó el aire y la casa, que parecía tan sombría, comenzó a cobrar vida. Las puertas se abrían y se cerraban solas, como si estuvieran bailando al ritmo de sus notas.
Al finalizar su actuación, una luz brillante rodeó a Dana y Negris. Del espejo salió una figura con una gran sonrisa, era la madre de la familia que había vivido allí.
"Gracias, pequeños amigos, por devolvernos la alegría a nuestro hogar. Ahora podemos descansar en paz" - dijo ella, con una voz suave.
Dana y Negris, llenos de alegría, se despidieron de la amable figura.
"¡Vamos, Negris, ya no tenemos que tener miedo! La casa sólo necesitaba amor y buena música" - proclamó Dana.
"¡Sí! ¡Crearemos un hogar donde todos se sientan felices!" - respondió Negris, emocionado.
Desde ese día, ambos amigos se aseguraron de que la casa jamás estuviera sola. Organizaron picnics y fiestas con otros vecinos. Cada año, el aniversario de la visita de Dana y Negris se celebraba con música y risas en la antigua casa.
Y así, la casa que había sido considerada embrujada se convirtió en un lugar lleno de alegría, amor y amistad. Todo gracias a dos valientes amigos que decidieron que no hay nada que el amor y la música no puedan curar.
FIN.