El Misterio de la Casa en Llamas
En el corazón de Buenos Aires, una noche oscura y fría, una enorme llamarada iluminó el cielo. La casa del temido capo del barrio, Don Sergio, había estallado en llamas. La noticia corrió como reguero de pólvora y rápidamente, el detective Bautista y su fiel ayudante Satino llegaron para investigar el misterioso incendio.
"¿Te das cuenta de lo que esto significa, Satino?" - dijo Bautista, con su voz seria pero con un brillo de emoción en los ojos. "¡La casa del capo se ha quemado! Esto podría ser el comienzo de la caída de Don Sergio."
"¡Es increíble, detective! Pero, ¿quién haría algo así?" - murmuró Satino, mientras observaba las llamas apagadas y el humo que se disipaba lentamente.
Ambos comenzaron a interrogar a los vecinos. La zona era bulliciosa, llena de vida y algunos vecinos parecían asustados por lo que había ocurrido.
"Vi a un extraño rondando la casa antes de que comenzara el fuego" - comentó Doña Rosa, una anciana que vivía al lado. "Tenía una chaqueta negra y un gorro. No me gustó para nada."
"¿Eras amiga de Don Sergio?" - preguntó Bautista, tomando nota de cada palabra.
"No, para nada. Siempre vi a través de su fachada. Era un mafioso disfrazado." - dijo Doña Rosa, con voz temblorosa.
Bautista y Satino comenzaron a seguir las pistas. Encontraron un trozo de tela negra en el lugar del incendio. Sin embargo, lo que parecía ser un indicio importante llevó a los dos a un giro inesperado.
"Esto puede ser parte de la chaqueta del extraño que mencionó Doña Rosa" - dijo Satino.
"Es posible. Pero algo no cierra, Satino. Don Sergio tenía muchos enemigos, pero también muchos amigos. A ver si encontramos alguna otra pista" - respondió Bautista.
Decidieron visitar a Melina, la florista del barrio, quien conocía a todos.
"¡Ay, detectives!" - exclamó Melina con emoción. "He oído que Pedro, el hermano de Don Sergio, andaba por aquí. ¡Y no es muy amigable! Lo vi discutiendo con él hace unos días."
"Interesante, Melina. Eso podría dar un nuevo enfoque a la investigación" - dijo Bautista, mientras Satino anotaba aprisa.
Los detectives encontraron a Pedro en un bar cercano. Su mirada era oscura, y su actitud sospechosa no pasó desapercibida.
"¿Viste el incendio, Pedro?" - preguntó Bautista, desafiándolo.
"No tengo nada que ver con eso" - respondió Pedro, evitando el contacto visual.
Pero algo en su tono parecía indicar más de lo que decía. Bautista y Satino decidieron seguirlo después de que se marchara del bar. Los vieron entrar en un viejo almacén, y se hicieron pasar por clientes para escuchar lo que decían.
"No puedo seguir así, necesitamos acabar con Don Sergio" - susurró Pedro a un grupo de hombres.
"¿Planificaron algo?" - le preguntó un hombre de voz grave.
"Solo era cuestión de tiempo. Con este incendio, ya no tiene escapatoria" - agregó Pedro con una risa sombría.
Bautista y Satino se miraron, dándose cuenta de la verdad oculta detrás del incendio. Pedro había orquestado todo para deshacerse de su hermano.
"¡Vamos!" - dijo Bautista rápidamente. "Debemos advertir a Don Sergio antes de que sea demasiado tarde."
Corrieron a la casa de Don Sergio, justo cuando Pedro estaba a punto de entrar.
"¡Detenelo!" - gritó Satino mientras se lanzaban sobre él.
"¿Qué hacen?" - rugió Pedro, sorprendido.
"Estamos aquí para parar tus planes, Pedro. ¡Don Sergio debe saber la verdad!" - explicó Bautista mientras lo retenían.
Con Pedro detenido y el plan frustrado, Bautista se dio vuelta hacia Don Sergio, quien había llegado al lugar.
"Necesitas tener cuidado, Don Sergio. No todos son tus amigos" - le advirtió Bautista.
Don Sergio, mirando a su hermano, asintió con comprensión.
"No sé cómo agradecerles, detectives. A veces el fuego revela más que solo cenizas" - murmuró, con un leve brillo de gratitud.
Y así, Bautista y Satino resolvieron otro caso en Buenos Aires. Con su valentía y perspicacia, habían salvado a un hombre de su propio destino oscuro. La amistad y la lealtad se encuentran en el rincón más inesperado, y a veces, ¡esos amigos son los más importantes de todos!
FIN.