El misterio de la casa encantada


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos llamados Lucas y Sofía. Eran inseparables y siempre estaban buscando aventuras emocionantes para vivir juntos.

Un día, mientras exploraban por el bosque cercano al pueblo, se encontraron con una misteriosa casa abandonada. La casa tenía una apariencia espeluznante, con ventanas rotas y puertas viejas que crujían al abrirse. Pero Lucas y Sofía no eran personas asustadizas, así que decidieron entrar a investigar.

Al entrar en la casa, la oscuridad los envolvió por completo. Solo podían ver unos pocos metros delante de ellos gracias a la luz tenue que entraba por las ventanas rotas. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del sótano.

- ¿Escuchaste eso? -susurró Lucas nerviosamente. - Sí, suena como si algo o alguien estuviera allí abajo -respondió Sofía con valentía. Sin pensarlo dos veces, bajaron las escaleras hasta llegar al sótano oscuro y polvoriento.

Allí descubrieron un antiguo ataúd cubierto de telarañas. - ¡Oh Dios mío! ¿Qué es esto? -exclamó Sofía sorprendida. Curiosos por saber qué había dentro del ataúd, lo abrieron lentamente.

Para su asombro, en lugar de encontrar un cuerpo muerto encontraron un libro antiguo lleno de extraños conjuros escritos en él. Intrigados pero cautelosos decidieron llevar el libro a casa para investigarlo mejor. Aunque sabían que era peligroso jugar con cosas mágicas, su curiosidad era más fuerte.

Al día siguiente, mientras estudiaban el libro en la biblioteca del pueblo, encontraron un hechizo que prometía llevarlos a un lugar lleno de aventuras y aprendizaje. Decidieron intentarlo juntos.

Recitaron las palabras del conjuro y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en medio de un cementerio oscuro y espeluznante. Aunque estaban asustados al principio, recordaron que siempre habían superado los desafíos juntos. Mientras exploraban el cementerio, descubrieron una lápida muy antigua con nombres grabados en ella.

Al acercarse para leerla mejor, vieron sus propios nombres escritos allí. - ¡Es nuestra lápida! -exclamó Lucas sorprendido-. ¿Significa esto que estamos muertos? - No lo sé -respondió Sofía-, pero no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Debemos encontrar una manera de regresar a casa.

Decididos a resolver este misterio, siguieron buscando pistas por el cementerio hasta encontrar una pequeña llave junto a otro ataúd abandonado. Sintiendo que esa llave podía ser importante para volver a casa, corrieron hacia la salida del cementerio.

Cuando volvieron a recitar el conjuro y giraron la llave en la cerradura correcta, fueron transportados nuevamente a la casa abandonada. - ¡Lo logramos! ¡Estamos de vuelta! -gritó Lucas emocionado.

Agradecidos por haber resuelto el misterio y regresado sanos y salvos, Lucas y Sofía aprendieron una valiosa lección: nunca jugar con cosas peligrosas sin pensar en las consecuencias.

Desde ese día, prometieron siempre cuidarse mutuamente y recordar que la verdadera aventura está en vivir cada día al máximo junto a los seres queridos. Y así, Lucas y Sofía continuaron explorando el mundo juntos, pero esta vez sin conjuros ni casas abandonadas.

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