El misterio de la casa encantada en Pátzcuaro


Había una vez en el hermoso pueblo de Pátzcuaro, en México, dos niños llamados Teresa y Juan. Eran grandes amigos y les encantaba explorar juntos los rincones más misteriosos del lugar.

Una tarde, mientras jugaban cerca del lago de Pátzcuaro, escucharon un susurro proveniente de un viejo caserón abandonado. Intrigados, decidieron acercarse para investigar. Al entrar al lugar, sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos. -¡Qué raro! ¿De dónde vendrá ese susurro? -preguntó Teresa con temor.

-No lo sé, pero creo que deberíamos irnos. Este lugar da miedo -respondió Juan nervioso. Pero antes de poder salir, las puertas se cerraron de golpe frente a ellos. Estaban atrapados en la antigua casa embrujada.

De repente, comenzaron a escuchar pasos que se acercaban rápidamente hacia donde estaban. -¡Corramos hacia la ventana! ¡Quizás podamos escapar por ahí! -gritó Teresa angustiada.

Ambos corrieron desesperadamente hacia la ventana, pero cuando llegaron allí encontraron una sorpresa aún más aterradora: estaba bloqueada por unas manos fantasmales que intentaban agarrarlos. -¡Ayuda! ¡Estamos atrapados! -exclamó Juan con voz temblorosa. En ese momento, apareció una luz brillante que iluminó el cuarto oscuro y las manos desaparecieron.

Era el espíritu de Doña Josefa, una anciana que había vivido en esa casa muchos años atrás y cuyo espíritu no encontraba paz. -¿Por qué están aquí? Esta casa es peligrosa para los vivos como ustedes -dijo Doña Josefa con tristeza en su voz.

Teresa y Juan explicaron cómo habían llegado allí por curiosidad y sin saber el peligro que corrían.

La anciana les contó entonces la historia de la casa y cómo su espíritu quedó atrapado debido a un hechizo malévolo lanzado por un brujo hace muchos años. Con valentía y astucia, los niños idearon un plan para romper el hechizo y liberar el alma atormentada de Doña Josefa. Recogieron ingredientes especiales e invocaron juntos un conjuro poderoso que logró romper las cadenas del maleficio.

Agradecida, Doña Josefa desapareció lentamente entre destellos luminosos mientras les decía: "Gracias por traer paz a este lugar. Nunca olvidaré su valentía".

Teresa y Juan salieron victoriosos de la casa embrujada, aprendiendo que la curiosidad puede llevar a lugares peligrosos pero también enseñanzas importantes sobre el valor y la amistad verdadera. Desde entonces, su amistad se fortaleció aún más al haber superado juntos ese desafío sobrenatural en Pátzcuaro.

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