El Misterio de la Cripta del Instituto



Era la noche de Halloween y el Instituto San Martín se veía diferente. Las luces parpadeaban, telarañas artificiales adornaban las paredes, y niños disfrazados recorrían los pasillos riendo y llenando sus bolsas de caramelos. Entre ellos estaba Mateo, un alumno curioso y aventurero, que siempre había sentido una atracción especial por los misterios.

- ¿Viste que hay una cripta en el jardín del instituto? - le preguntó su amiga Clara mientras caminaban juntos.

- La he escuchado mencionar, pero nunca la he visto. Dicen que está cerrada y que nadie puede entrar. - respondió Mateo, ajustándose la capa de vampiro que había elegido como disfraz.

Esa noche, el profesor Gómez, un amante de las leyendas y misterios, había organizado una actividad especial para los alumnos: una búsqueda del tesoro. Pero tuvo un giro inesperado cuando uno de los alumnos encontró una antigua llave en el aula de historia.

- ¡Miren esto! - gritó Lucas, acercándose al grupo con la llave en la mano. - Creo que puede ser de la cripta.

Todos se miraron entre sí, intrigados. Mateo, Clara y Lucas decidieron que esa era su oportunidad de descubrir qué había en el interior de la cripta.

Llegó la hora de la búsqueda y el profesor Gómez, emocionado, les dijo:

- ¡Bienvenidos a la aventura de Halloween! Pero les advierto, hay que ser valientes y respetar lo que encuentren.

Mateo y sus amigos se escabulleron del grupo, decididos a encontrar la cripta. Guiándose por mapas antiguos que habían encontrado en la biblioteca, llegaron pronto a un rincón apartado del jardín.

- Ahí debe estar - indicó Mateo, señalando un gran tronco cubierto de hojas. Con esfuerzo, despejaron el camino y descubrieron una pequeña puerta entre las raíces.

Clara sintió un escalofrío.

- ¿Y si no deberíamos entrar? - dijo con voz tem-blorosa.

- ¡Pero no podemos dejar que el miedo nos detenga! - respondió Mateo, empujando la puerta con la llave que Lucas había encontrado.

La puerta chirrió al abrirse, y ante ellos se presentó una cripta oscura y polvorienta. Con sus linternas, iluminaron el interior y encontraron inscripciones en la piedra.

- Miren esas inscripciones. Creo que cuentan la historia de antiguos alumnos que estudiaron aquí. - observó Clara.

De repente, un sonido extraño resonó. Todos se quedaron en silencio, mirando a todos lados hasta que Lucas señaló un viejo libro que yacía en una mesa al fondo.

- ¡Eso debe ser importante! - dijo, acercándose.

Al abrir el libro, las páginas comenzaron a brillar, y entre ellas, los amigos encontraron relatos de antiguos estudiantes que habían dejado mensajes para las futuras generaciones. Uno de ellos decía: "El verdadero tesoro no son las riquezas, sino las historias y aprendizajes que compartimos."

- Esto es increíble. - exclamó Mateo. - ¡No es solo un misterio, es nuestro legado!

Los tres amigos, emocionados, empezaron a leer en voz alta las historias que el libro contenía. A cada paso, se sentía más y más conectados con la historia de su instituto y la importancia de celebrar el conocimiento y el trabajo en equipo.

Después de un rato, decidieron que debían compartir su descubrimiento con el resto de los alumnos. Salieron de la cripta, dejando el libro en su lugar, pero prometiéndose volver a visitarlo y seguir explorando las historias.

Cuando regresaron al evento de Halloween, el profesor Gómez los estaba esperando con una sonrisa.

- Veo que han tenido una pequeña aventura. ¿Qué descubrieron? - preguntó con curiosidad.

- ¡Encontramos un libro antiguo con historias de estudiantes! - dijo Clara, saltando de emoción.

- Y aprendimos que el verdadero tesoro está en el conocimiento y en las experiencias que vivimos juntos. - agregó Mateo.

El profesor Gómez sonrió, impresionado por su valentía y sabiduría, y les propuso una actividad: cada uno debía investigar la historia de su instituto y compartirla con sus compañeros.

Esa noche, el Instituto San Martín no solo celebró Halloween, sino que también realizó una gran fiesta de relatos y aventuras donde todos compartieron sus descubrimientos.

Mateo y sus amigos se sintieron orgullosos de haber desenterrado el legado de su institución y se dieron cuenta de que a veces, los mayores misterios solo esperan a ser descubiertos por aquellos que se atreven a buscar. A partir de ahí, nunca dejaron de explorar y aprender juntos, creando nuevas historias que contar.

¡Y así, en cada Halloween, el instituto celebraba no solo los disfraces y dulces, sino también la historia compartida que los unía a todos! En el corazón de la cripta quedaban grabadas no solo palabras, sino también las amistades y el amor por el aprendizaje que siempre perdurará.

Fin.

FIN.

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