El misterio de la cueva encantada
Había una vez, en un bosque muy lejano, una bruja buena que vivía en una cueva mágica. Ella se llamaba Esmeralda y pasaba sus días preparando pociones para ayudar a los animales del bosque.
Un día, mientras terminaba una poción especial, escuchó gritos provenientes de afuera de su cueva. Decidió salir a ver qué sucedía y se sorprendió al encontrar a una niña y su perro asustados.
La niña, llamada Sofía, había entrado accidentalmente a la cueva al perseguir a su perro que había corrido tras la pelota. Esmeralda se acercó a ellos con una sonrisa amable y les preguntó qué hacían allí. 'Lo siento mucho, señora bruja. Estábamos jugando y mi perro entró corriendo.
Yo solo quería buscarlo', explicó Sofía nerviosa. Esmeralda entendió que todo había sido un accidente y decidió ayudar a la niña y su perro. Les ofreció un poco de poción mágica que les devolvería la tranquilidad y desharía el miedo que los había invadido.
Ambos aceptaron agradecidos y, al beberla, sintieron una profunda paz en sus corazones. Desde ese día, Esmeralda y Sofía se convirtieron en grandes amigas.
La bruja compartió con la niña su sabiduría y conocimientos sobre las plantas y los animales, mientras que Sofía le enseñó a Esmeralda nuevas formas de divertirse y explorar el bosque. Juntas, organizaron actividades para ayudar a otros animales del bosque, como construir comederos y bebederos.
Con el paso del tiempo, la cueva se transformó en un lugar de encuentro para todos los habitantes del bosque, donde reinaba la armonía y el respeto.
Esmeralda y Sofía demostraron que la amistad y la comprensión pueden unir a seres muy diferentes en torno a un objetivo común: cuidar y proteger la naturaleza. Y así, el bosque se llenó de alegría y amor gracias a la valiosa amistad entre una bruja mágica y una niña aventurera.
FIN.